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jueves, 7 de marzo de 2013

Medalla de Santa Helena







                                          *Medalla de Santa Helena






El 12 de agosto de 1857, tres días antes de la fiesta de San Napoleón, Napoleón III firma un decreto que dispone:
« Queriendo honrar por medio de una distinción especial, a los militares que combatieron bajo las banderas de Francia en las grandes guerras de 1792 a 1815. Hemos decretado y decretamos lo que sigue: / Art. I: una medalla conmemorativa es dada a todos los militares franceses y extranjeros de los ejércitos de tierra y de mar que han combatido bajo nuestras banderas de 1792 a 1815. Esta medalla será de bronce y llevará de un lado la efigie del Emperador, del otro por leyenda: “Campagnes de 1792 à 1815 / A / Ses / Compagnons / De gloire / sa dernière / Pensée / Ste-Hélène / 5 mai / 1821” (“Campañas de 1792 a 1815 / A / Sus / Compañeros / De gloria / su último / Pensamiento/ Sta-Helena / 5 de mayo / 1821”). Será portada en un listón verde y rojo, suspendida en el ojal… ».



En ocasión de la apertura de la sesión legislativa de 1858, Napoleón III precisa « Quise que una medalla venga a recordar a todos los que habían servido en nuestros ejércitos, el último pensamiento de su jefe. Más de 300 000 hombres en Francia y en el extranjero, pidieron esta medalla, recuerdo de la epopeya imperial y al recibirla, pudieron decirse con orgullo: “Y yo también, formaba parte de la Gran Armada”, palabras que el Emperador en Austerlitz, tenía razón de mostrarles como un título nobleza. »

En Prusia, el órgano real de prensa, La Nouvelle Gazette, señala que en Renania prusiana, sociedades de veteranos « abrigan los recuerdos del primer Imperio y se disfrazan con sus originales ». Simultáneamente, los enemigos de la epopeya napoleónica mandan acuñar una medalla satírica y subversiva en metal blanco, de la misma dimensión y de aspecto, de listón idéntico, pero representando en el reverso a un grognard con una sola pierna y manco inspirado del poema de Heinrich Heine Die beide grenadiere (« Los dos granaderos ») con, como leyenda, el recuerdo de los muertos y heridos de 1792 a 1815.



UN GRAN PRESTIGIO 


A pesar de estas bromas, la medalla de Santa Helena conserva su prestigio. El rumor pretende que un viejo grognard interrogado sobre su preferencia entre esta medalla y la Legión de honor, habría respondido: « La Legión de honor, todo el mundo es susceptible de recibirla, la medalla de Santa Helena, solo los antiguos grognards pueden vérsela otorgar ». La primera distribución oficial tiene lugar en París el 15 de agosto de 1857. Napoleón III en persona condecora a su tío Jerónimo-Napoleón; le mariscal Vaillant, ministro de la Guerra; el almirante Hamelin, ministro de la Marina; los mariscales Magnan y Pélissier, duque de Malakoff; el mariscal conde de Baraguey d’Hilliers; Ornano, gobernador de los Inválidos, múltiples generales y almirantes. Los eclesiásticos no son olvidados: S.S. el Papa Pío IX, veterano de los Guardias de honor en 1813; Monseñor Pilly, obispo de Châlons; el Sr. Laroque, cura de San Ambrosio en París. El Emperador acepta también a las vivanderas, sin olvidar al legendario capitán Jean-Roch Coignet.



En derecho, solo los solicitantes que han probado haber servido en la Gran Armada pueden convertirse en recipiendarios. Sin embargo, numerosos veteranos no están en condiciones de presentar los documentos de sus estados de servicio, a menudo perdidas o incautados por los prusianos en 1815. En contraparte, el reporte del alcalde de la comuna de residencia funge como prueba.



                                     

                   ** Documento Original que acompañaba a la medalla





LA MEDALLA NUNCA ES ENTREGADA A TITULO POSTUMO



En caso de fallecimiento entre la concesión y la recepción, la insignia y su patente regresan al ministerio de la Guerra. Algunos abusivos de la credulidad pública aprovechan la ocasión de explotarla: los gendarmes señalan a los mendigos que arbolan la Santa Helena, dirigiendo la atención e los prefectos sobre las imposturas. Muchos veteranos, en su prisa por ataviarse con esta insignia, la fijan y la pierden casi de inmediato. Es imposible determinar con precisión el número de titulares. Además, el incendio de los archivos de la Legión de Honor en el palacio de Salm-Salm provocado por los communards en 1871 incrementa la dificultad.


Sin embargo, la consulta de los registros de peticiones de esta medalla en los Archivos departamentales permite argüir estadísticas probables. En los archivos departamentales del Eure, podemos observar que un veterano de la comuna de Quillebeuf, un llamado Louis-Guillaume Marie, es seguramente uno de los últimos recipiendarios pues recibe la Santa Helena el 21 de julio de 1870, o sea dos meses antes de la caída del Segundo Imperio. Lleva el n° 404 800. Ciertamente no hubo más condecorados.
También hay que tener en cuenta a los que reciben la insignia en doble, incluso en triple ejemplar.


Temiendo que « les falte » como a muchas personas de edad avanzada, sospechando a su alcalde de negligencia, se reinscriben. A esto hay que añadir los migrantes en aquellos tiempos de revolución industrial y de éxodo rural. Algunos otros, observando que sus hermanos de armas y amigos habían recibido la medalla, temiendo ser olvidados, formulan múltiples peticiones. Si hubo al menos 300 000 insignias manufacturadas, los recipiendarios son ciertamente menos numerosos.


En nuestros días, los coleccionistas prefieren el listón original, pero al ser frágil aquella seda, es posible remplazarla por el listón de la cruz de guerra 1914-1918.


LAS MUJERES CONDECORADAS.



La medalla de Santa Helena la obtendrán mujeres. Pues aun cuando la presencia de las mujeres estuvo limitada a partir de 1793, fueron numerosas las que obtuvieron un certificado de lavandera, cantinera y siguieron al ejército en sus campañas. Algunas incluso tomaron el fusil para, ocasionalmente o regularmente, tirar un disparo.


En Alemania, es en el reino de Wurtemberg donde hallamos a la única mujer condecorada entre los 2 971 wurtembergueses recompensados por la legación de Francia en Stuttgart. Joséphine Sichler nació el 19 de marzo de 1787 en Rottweil. En 1811 desposa, en Ludwigsburg, a Georges Henssler, suboficial del 1er regimiento de caballería de la guardia real. El año siguiente parten juntos para Rusia. Él combate en La Moskova y en ella halla la muerte después de haber tenido el pie derecho arrancado por una bola de cañón. Ella, viuda, no por ello continúa menos la campaña y sigue a las tropas en retirada. Se encuentra frente a la Beresina, que opta por atravesar a nado. La travesía le causa discapacidades (miembros helados), afirmando su leyenda que el Emperador estaba presente. En segundas nupcias, casa con otro militar, Frédéric Niethammer, teniente en el 4º regimiento de chevau-légers. Es donde ella, en Wurtemberg, que en 1858 la legación de Francia la redescubre. El representante francés la declara extremamente digna de interés y le otorga la medalla de Santa Helena con su certificado inscrito bajo el número 13 035.


Angélique Marie Josephe Duchemin nació el 20 de enero de 1772 en Saint-Malo de Dinan; es hija de un militar y hermana de dos futuros soldados. Por consiguiente sigue las peregrinaciones paternas que la llevan a Córcega. En Ajaccio, el 9 de julio de 1789, se casa con André Brulon, originario de Champaña y sobre todo cabo en el 42º de línea (el regimiento del padre de Angélique).
Dos años más tarde, André es muerto en Córcega en el transcurso de un combate. Ella queda viuda con su hija y su hijo. Entre tanto Angélique se integra al 42º como cabo-furriel. Y hela aquí a su vez en combate en Córcega. Está en el sitio de Calvi, forma su parte en la defensa de un punto estratégico. De regreso en el continente, se encuentra en el ejército del general Bonaparte.


  

      
                                *** Angélique Duchemin (1772-1859)
Litografia de la viuda de Brulon en su vejez, durante su estancia en Los Inválidos. Porta con orgullo la Cruz de la Legión de Honor y la medalla de Santa Helena.


Con su padre y sus hermanos, hela aquí partida para Italia. Los tres hombres no volverán de ahí y para Angélique, las tres heridas recibidas se hacen resentir duramente. Después de siete años de servicios e igual número de campañas, pide incorporarse en el hotel de Los Inválidos. Será cosa hecha con el grado de sargento-mayor. Desde entonces y hasta 1836, toma en mano la tienda de confección. Luis XVIII la hará oficial con el grado de subteniente honorario. 


Es en este mismo lugar sin embargo donde el 15 de agosto de 1851, Napoleón III hace de ella la primera mujer condecorada con la Legión de Honor. También es aquí donde en 1857 recibe la medalla de Santa Helena, antes de extinguirse dos años más tarde. Inhumada en el cementerio de Montparnasse, sus restos son transferidos el 30 de noviembre de 1865 al Père-Lachaise donde ahora no queda de ella nada.
Al día de hoy, una treintena de condecoradas ha sido censada (a) de las cuales 11 cantineras, 3 vivanderas, 1 blanqueadora de ropa, 2 combatientes, 1 ayudante de cirujano. Nacionalidades condecoradas: 19 francesas, 9 belgas, 1 alemana, 1 polaca.




EN LOS ORÍGINES DE LA MEDALLA



Durante todas las guerras revolucionarias de 1792 a 1815, y luego en los meses que siguieron, numerosas cortes europeas, comenzando por la de España, distribuyeron cruces y medallas conmemorativas a la efigie de su propio soberano.


Bajo la Restauración, evidentemente no había manera de que Luis XVIII acuñase una medalla que honrara a los soldados del  "usurpador"
En revancha, desde 1815, instaura la Condecoración del Lis y el Brazalete de Burdeos recompensando a todos aquellos que le habían permanecido fieles y habían servido en Vendea, en la chuanería, en el ejército de los príncipes, incluso en servicio extranjero.
Paradójicamente, entre los recipiendarios se hallan antiguos oficiales de Napoleón I que habían seguido al rey a Gante. El caso más sorprendente concierne al general Turreau de Lignières, tristemente célebre por haber pacificado la Vendea a la cabeza de las columnas infernales. Forma parte de esa multitud de generales napoleónicos sumados a la causa real en 1814.

Carlos X es igualmente reticente que su hermano a honrar a los grognards. Algunos lo acusan incluso de haber dudado en prever conferir cruces de San Luis en ocasión de la toma de Argel en 1830, bajo pretexto que no era un príncipe de sangre el que llevaba la operación como en España en 1823 (acusación gratuita, al haber la revolución impedido las ceremonias). Solo el subteniente Amédée de Bourmont se vio atribuir la cruz a título póstumo, al haber desprendido su padre el mariscal de campo su propia cruz de su traje para colocarla sobre la tumba todavía fresca. Mortalmente herido en la batalla de Staouéli tras el desembarco de Sidi-Ferruch el 14 de junio de 1830, murió el 5 de julio, día de la toma de Argel. Es el último recipiendario conocido



En cuanto a Luis Felipe, organizador del Regreso de las Cenizas y restaurador de la estatua en la cima de la columna Vendôme, tolera apenas el porte de las conmemorativas oficiosas de las sociedades filantrópicas, como las célebres Débris de la Grande Armée (« Restos de la Gran Armada »). Es verdad que el rey de los franceses está atento al artículo 259 del Código penal que reprime entre otros el porte de insignias oficiosas y que no consiente firmar más que 73 letras patentes a titulados: estamos lejos de las 3 500 letras patentes de titulados del Primer Imperio. Por las mismas razones, el rey de los belgas y sobre todo el poder ruso en Polonia persiguen a los portadores de insignias entre los veteranos de las tropas del gran ducado de Varsovia.


En julio de 1815, once días después de la batalla de Waterloo, el reino de Inglaterra otorga una medalla conmemorativa a los sobrevivientes, lo cual no evita el escandaloso y célebre asunto de la exhumación de los huesos en las fosas comunes para cocer cal agrícola. En 1847, la reina Victoria funda la medalla conmemorativa para los soldados británicos y hannoverianos que sirvieron de 1795 a 1814. El príncipe presidente Luis Napoleón Bonaparte manifiesta en múltiples ocasiones su intención de honrar a los grognards de la epopeya, a pesar de la oposición republicana: hay en los demagogos un rechazo de distinguir a las élites, sobre todo si son de extracción popular. A partir del 14 de diciembre de 1851, menos de dos semanas después del golpe de Estado, instaura una medida de socorro vitalicio para los antiguos combatientes sin recursos, en función de su edad, de sus años de servicio y de sus heridas.

        
Así son socorridos 651 octogenarios, 4 022 septuagenarios y 6 360 sexagenarios, o sea 11033 pensionados.
El 14 de febrero de 1852, Jean-Baptiste Schweitzer, antiguo furriel de los hospitales de Tolón y ex-capitán de la Guardia nacional, se queja ante el prefecto de la denigración que sufre el Ejército Imperial.
Como reparación moral, propone servirse del bronce de los cañones de botín, de los cuales muchos son modelos Gribeauval (3) inútiles y caducados en el fondo de los parques de artillería, para hacer acuñar medallas que servirán para condecorar a todos los que puedan justificar una campaña. La medalla de Santa Helena estaba en gestación.

Dos otros países son conocidos por el empleo del bronce de las piezas de artillería arrebatadas al enemigo: el caso más célebre, tal vez el único conocido por los aficionados de historia, concierne la Victoria Cross con el bronce de las piezas rusas de origen chino tomadas en Sebastopol (decreto real del 29 de enero de1856), y que sirve aun en nuestros días, datando una de las últimas atribuciones de la guerra de las Malvinas (en 1982); un caso poco conocido concierne la medalla conmemorativa prusiana de 1871, grabada en el canto: Aus erobertem Geschütz (de armas tomadas al enemigo).



SIGNIFICADO Y SIMBÓLICA



Tanto la falera de metal como el listón de seda, cada parte reviste una significación simbólica. En aquellos tiempos de resurgencia de la ciencia heráldica como del gothic revival en la época de sir Walter Scott, la medalla no puede escapar al estilo de su tiempo.

Primeramente, su nombre no es inocente. Colocada bajo el nombre de la isla del Atlántico sur, evoca una suerte de medalla pía que recuerda el nombre de la emperatriz bizantina que inventó (es decir volvió a encontrar) las reliquias de la pasión.


En el anverso figura un perfil a la antigua como sobre la Legión de Honor de los primeros modelos; en el reverso está pues inscrito: « Campañas de 1792 a 1815. A sus compañeros de gloria su último pensamiento, Sta Helena, 5 de mayo de 1821 ». Esta espléndida pieza en estilo neoclásico está firmada Albert Barre.

Añadamos a esto como soporte una corona de follaje, y la población mayoritariamente católica practicante de la época identifica inmediatamente los atributos de un mártir. Nada más simple que halagar al nuevo régimen añadiendo una corona en anilla, a fin de imitar a todas las órdenes dinásticas en uso en la época. En cuanto al listón, todos los conocedores de heráldica identifican al sinople tomado prestado de la Corona de hierro, las cinco ramificaciones en palo de gules provenientes de la Legión de Honor, la cifra cinco extraída de la simbólica de las sociedades de pensamientos. Solo la contravención del esmalte sobre esmalte puede sorprender (rojo sobre verde), pero las reglas de la heráldica no se aplican a la falerística.

En su conjunto, la "medalla de chocolate" como fue conocida recompensa a los allegados del Emperador, "y nosotros, los pequeños, los obscuros, los sin-grado…".


 


                                                ***Pierre Rivière
Cultivador de oficio, nace en 1791 en Ginoles (Aude). Conscripto en 1811, se integra el 120º Regimiento de línea del 5º batallón, 2ª compañía.






* Colección del autor
***Instituto Napoleónico México-Francia