*Medalla de Santa Helena
El 12 de agosto de 1857, tres días antes de la fiesta de San
Napoleón, Napoleón III firma un decreto que dispone:
« Queriendo honrar por medio de una distinción especial, a
los militares que combatieron bajo las banderas de Francia en las grandes
guerras de 1792 a 1815. Hemos decretado y decretamos lo que sigue: / Art. I:
una medalla conmemorativa es dada a todos los militares franceses y extranjeros
de los ejércitos de tierra y de mar que han combatido bajo nuestras banderas de
1792 a 1815. Esta medalla será de bronce y llevará de un lado la efigie del
Emperador, del otro por leyenda: “Campagnes de 1792 à 1815 / A / Ses /
Compagnons / De gloire / sa dernière / Pensée / Ste-Hélène / 5 mai / 1821”
(“Campañas de 1792 a 1815 / A / Sus / Compañeros / De gloria / su último /
Pensamiento/ Sta-Helena / 5 de mayo / 1821”). Será portada en un listón verde y
rojo, suspendida en el ojal… ».
En ocasión de la apertura de la sesión legislativa de 1858,
Napoleón III precisa « Quise que una medalla venga a recordar a todos los que
habían servido en nuestros ejércitos, el último pensamiento de su jefe. Más de
300 000 hombres en Francia y en el extranjero, pidieron esta medalla, recuerdo
de la epopeya imperial y al recibirla, pudieron decirse con orgullo: “Y yo
también, formaba parte de la Gran Armada”, palabras que el Emperador en
Austerlitz, tenía razón de mostrarles como un título nobleza. »
En Prusia, el órgano real de prensa, La Nouvelle Gazette, señala
que en Renania prusiana, sociedades de veteranos « abrigan los recuerdos del
primer Imperio y se disfrazan con sus originales ». Simultáneamente, los
enemigos de la epopeya napoleónica mandan acuñar una medalla satírica y
subversiva en metal blanco, de la misma dimensión y de aspecto, de listón
idéntico, pero representando en el reverso a un grognard con una sola pierna y
manco inspirado del poema de Heinrich Heine Die beide grenadiere (« Los dos
granaderos ») con, como leyenda, el recuerdo de los muertos y heridos de 1792 a
1815.
UN GRAN PRESTIGIO
A pesar de estas bromas, la medalla de Santa Helena conserva
su prestigio. El rumor pretende que un viejo grognard interrogado sobre su
preferencia entre esta medalla y la Legión de honor, habría respondido: « La
Legión de honor, todo el mundo es susceptible de recibirla, la medalla de Santa
Helena, solo los antiguos grognards pueden vérsela otorgar ». La primera
distribución oficial tiene lugar en París el 15 de agosto de 1857. Napoleón III
en persona condecora a su tío Jerónimo-Napoleón; le mariscal Vaillant, ministro
de la Guerra; el almirante Hamelin, ministro de la Marina; los mariscales
Magnan y Pélissier, duque de Malakoff; el mariscal conde de Baraguey
d’Hilliers; Ornano, gobernador de los Inválidos, múltiples generales y
almirantes. Los eclesiásticos no son olvidados: S.S. el Papa Pío IX,
veterano de los Guardias de honor en 1813; Monseñor Pilly, obispo de Châlons;
el Sr. Laroque, cura de San Ambrosio en París. El Emperador acepta también a
las vivanderas, sin olvidar al legendario capitán Jean-Roch Coignet.
En derecho, solo los solicitantes que han probado haber
servido en la Gran Armada pueden convertirse en recipiendarios. Sin embargo,
numerosos veteranos no están en condiciones de presentar los documentos de sus
estados de servicio, a menudo perdidas o incautados por los prusianos en 1815.
En contraparte, el reporte del alcalde de la comuna de residencia funge como
prueba.
** Documento Original que acompañaba a la medalla
LA MEDALLA NUNCA ES ENTREGADA A TITULO POSTUMO
En caso de fallecimiento entre la concesión y la recepción,
la insignia y su patente regresan al ministerio de la Guerra. Algunos abusivos
de la credulidad pública aprovechan la ocasión de explotarla: los gendarmes
señalan a los mendigos que arbolan la Santa Helena, dirigiendo la atención e
los prefectos sobre las imposturas. Muchos veteranos, en su prisa por ataviarse
con esta insignia, la fijan y la pierden casi de inmediato. Es imposible
determinar con precisión el número de titulares. Además, el incendio de los
archivos de la Legión de Honor en el palacio de Salm-Salm provocado por los
communards en 1871 incrementa la dificultad.
Sin embargo, la consulta de los registros de peticiones de
esta medalla en los Archivos departamentales permite argüir estadísticas
probables. En los archivos departamentales del Eure, podemos observar que un
veterano de la comuna de Quillebeuf, un llamado Louis-Guillaume Marie, es
seguramente uno de los últimos recipiendarios pues recibe la Santa Helena el 21
de julio de 1870, o sea dos meses antes de la caída del Segundo Imperio. Lleva
el n° 404 800. Ciertamente no hubo más condecorados.
También hay que tener en cuenta a los que reciben la insignia
en doble, incluso en triple ejemplar.
Temiendo que « les falte » como a muchas personas de edad
avanzada, sospechando a su alcalde de negligencia, se reinscriben. A esto hay
que añadir los migrantes en aquellos tiempos de revolución industrial y de
éxodo rural. Algunos otros, observando que sus hermanos de armas y amigos
habían recibido la medalla, temiendo ser olvidados, formulan múltiples
peticiones. Si hubo al menos 300 000 insignias manufacturadas, los recipiendarios
son ciertamente menos numerosos.
En nuestros días, los coleccionistas prefieren el listón
original, pero al ser frágil aquella seda, es posible remplazarla por el listón
de la cruz de guerra 1914-1918.
LAS MUJERES CONDECORADAS.
La medalla de Santa Helena la obtendrán mujeres. Pues aun cuando la presencia de las mujeres
estuvo limitada a partir de 1793, fueron numerosas las que obtuvieron un
certificado de lavandera, cantinera y siguieron al ejército en sus campañas.
Algunas incluso tomaron el fusil para, ocasionalmente o regularmente, tirar un
disparo.
En Alemania, es en el reino de Wurtemberg donde hallamos a la
única mujer condecorada entre los 2 971 wurtembergueses recompensados por la
legación de Francia en Stuttgart. Joséphine Sichler nació el 19 de marzo de
1787 en Rottweil. En 1811 desposa, en Ludwigsburg, a Georges Henssler,
suboficial del 1er regimiento de caballería de la guardia real. El año
siguiente parten juntos para Rusia. Él combate en La Moskova y en ella halla la
muerte después de haber tenido el pie derecho arrancado por una bola de cañón.
Ella, viuda, no por ello continúa menos la campaña y sigue a las tropas en
retirada. Se encuentra frente a la Beresina, que opta por atravesar a nado. La
travesía le causa discapacidades (miembros helados), afirmando su leyenda que
el Emperador estaba presente. En segundas nupcias, casa con otro militar,
Frédéric Niethammer, teniente en el 4º regimiento de chevau-légers. Es donde
ella, en Wurtemberg, que en 1858 la legación de Francia la redescubre. El
representante francés la declara extremamente digna de interés y le otorga la
medalla de Santa Helena con su certificado inscrito bajo el número 13 035.
Angélique Marie Josephe Duchemin nació el 20 de enero de 1772
en Saint-Malo de Dinan; es hija de un militar y hermana de dos futuros
soldados. Por consiguiente sigue las peregrinaciones paternas que la llevan a
Córcega. En Ajaccio, el 9 de julio de 1789, se casa con André Brulon, originario
de Champaña y sobre todo cabo en el 42º de línea (el regimiento del padre de
Angélique).
Dos años más tarde, André es muerto en Córcega en el
transcurso de un combate. Ella queda viuda con su hija y su hijo. Entre tanto
Angélique se integra al 42º como cabo-furriel. Y hela aquí a su vez en combate
en Córcega. Está en el sitio de Calvi, forma su parte en la defensa de un punto
estratégico. De regreso en el continente, se encuentra en el ejército del
general Bonaparte.
*** Angélique Duchemin (1772-1859)
Litografia de la viuda de Brulon en su vejez, durante su
estancia en Los Inválidos. Porta con orgullo la Cruz de la Legión de Honor y la
medalla de Santa Helena.
Con su padre y sus hermanos, hela aquí partida para Italia.
Los tres hombres no volverán de ahí y para Angélique, las tres heridas
recibidas se hacen resentir duramente. Después de siete años de servicios e
igual número de campañas, pide incorporarse en el hotel de Los Inválidos. Será
cosa hecha con el grado de sargento-mayor. Desde entonces y hasta 1836, toma en
mano la tienda de confección. Luis XVIII la hará oficial con el grado de
subteniente honorario.
Es en este mismo lugar sin embargo donde el 15 de agosto de
1851, Napoleón III hace de ella la primera mujer condecorada con la Legión de
Honor. También es aquí donde en 1857 recibe la medalla de Santa Helena, antes
de extinguirse dos años más tarde. Inhumada en el cementerio de Montparnasse,
sus restos son transferidos el 30 de noviembre de 1865 al Père-Lachaise donde
ahora no queda de ella nada.
Al día de hoy, una treintena de condecoradas ha sido censada
(a) de las cuales 11 cantineras, 3 vivanderas, 1 blanqueadora de ropa, 2
combatientes, 1 ayudante de cirujano. Nacionalidades condecoradas: 19
francesas, 9 belgas, 1 alemana, 1 polaca.
EN LOS ORÍGINES DE LA MEDALLA
Durante todas las guerras revolucionarias de 1792 a 1815, y
luego en los meses que siguieron, numerosas cortes europeas, comenzando por la
de España, distribuyeron cruces y medallas conmemorativas a la efigie de su
propio soberano.
Bajo la Restauración, evidentemente no había manera de que
Luis XVIII acuñase una medalla que honrara a los soldados del "usurpador"
En revancha, desde 1815, instaura la Condecoración del Lis y
el Brazalete de Burdeos recompensando a todos aquellos que le habían
permanecido fieles y habían servido en Vendea, en la chuanería, en el ejército
de los príncipes, incluso en servicio extranjero.
Paradójicamente, entre los recipiendarios se hallan antiguos
oficiales de Napoleón I que habían seguido al rey a Gante. El caso más
sorprendente concierne al general Turreau de Lignières, tristemente célebre por
haber pacificado la Vendea a la cabeza de las columnas infernales. Forma parte
de esa multitud de generales napoleónicos sumados a la causa real en 1814.
Carlos X es igualmente reticente que su hermano a honrar a los grognards.
Algunos lo acusan incluso de haber dudado en prever conferir cruces de San Luis
en ocasión de la toma de Argel en 1830, bajo pretexto que no era un príncipe de
sangre el que llevaba la operación como en España en 1823 (acusación gratuita,
al haber la revolución impedido las ceremonias). Solo el subteniente Amédée de
Bourmont se vio atribuir la cruz a título póstumo, al haber desprendido su
padre el mariscal de campo su propia cruz de su traje para colocarla sobre la
tumba todavía fresca. Mortalmente herido en la batalla de Staouéli tras el
desembarco de Sidi-Ferruch el 14 de junio de 1830, murió el 5 de julio, día de
la toma de Argel. Es el último recipiendario conocido
En cuanto a Luis Felipe, organizador del Regreso de las
Cenizas y restaurador de la estatua en la cima de la columna Vendôme, tolera
apenas el porte de las conmemorativas oficiosas de las sociedades
filantrópicas, como las célebres Débris de la Grande Armée (« Restos de la Gran
Armada »). Es verdad que el rey de los franceses está atento al artículo 259
del Código penal que reprime entre otros el porte de insignias oficiosas y que
no consiente firmar más que 73 letras patentes a titulados: estamos lejos de las
3 500 letras patentes de titulados del Primer Imperio. Por las mismas razones,
el rey de los belgas y sobre todo el poder ruso en Polonia persiguen a los
portadores de insignias entre los veteranos de las tropas del gran ducado de
Varsovia.
En julio de 1815, once días después de la batalla de
Waterloo, el reino de Inglaterra otorga una medalla conmemorativa a los
sobrevivientes, lo cual no evita el escandaloso y célebre asunto de la
exhumación de los huesos en las fosas comunes para cocer cal agrícola. En 1847,
la reina Victoria funda la medalla conmemorativa para los soldados británicos y
hannoverianos que sirvieron de 1795 a 1814. El príncipe presidente Luis
Napoleón Bonaparte manifiesta en múltiples ocasiones su intención de honrar a
los grognards de la epopeya, a pesar de la oposición republicana: hay en los
demagogos un rechazo de distinguir a las élites, sobre todo si son de
extracción popular. A partir del 14 de diciembre de 1851, menos de dos semanas
después del golpe de Estado, instaura una medida de socorro vitalicio para los
antiguos combatientes sin recursos, en función de su edad, de sus años de
servicio y de sus heridas.
Así son socorridos 651 octogenarios, 4 022 septuagenarios y 6
360 sexagenarios, o sea 11033 pensionados.
El 14 de febrero de 1852, Jean-Baptiste Schweitzer, antiguo
furriel de los hospitales de Tolón y ex-capitán de la Guardia nacional, se
queja ante el prefecto de la denigración que sufre el Ejército Imperial.
Como reparación moral, propone servirse del bronce de los
cañones de botín, de los cuales muchos son modelos Gribeauval (3) inútiles y
caducados en el fondo de los parques de artillería, para hacer acuñar medallas
que servirán para condecorar a todos los que puedan justificar una campaña. La
medalla de Santa Helena estaba en gestación.
Dos otros países son conocidos por el empleo del bronce de
las piezas de artillería arrebatadas al enemigo: el caso más célebre, tal vez
el único conocido por los aficionados de historia, concierne la Victoria Cross
con el bronce de las piezas rusas de origen chino tomadas en Sebastopol
(decreto real del 29 de enero de1856), y que sirve aun en nuestros días,
datando una de las últimas atribuciones de la guerra de las Malvinas (en 1982);
un caso poco conocido concierne la medalla conmemorativa prusiana de 1871,
grabada en el canto: Aus erobertem Geschütz (de armas tomadas al enemigo).
SIGNIFICADO Y SIMBÓLICA
Tanto la falera de metal como el listón de seda, cada parte
reviste una significación simbólica. En aquellos tiempos de resurgencia de la
ciencia heráldica como del gothic revival en la época de sir Walter Scott, la
medalla no puede escapar al estilo de su tiempo.
Primeramente, su nombre no es inocente. Colocada bajo el
nombre de la isla del Atlántico sur, evoca una suerte de medalla pía que
recuerda el nombre de la emperatriz bizantina que inventó (es decir volvió a
encontrar) las reliquias de la pasión.
En el
anverso figura un perfil a la antigua como sobre la Legión de Honor de los
primeros modelos; en el reverso está pues inscrito: « Campañas de 1792 a 1815.
A sus compañeros de gloria su último pensamiento, Sta Helena, 5 de mayo de 1821
». Esta espléndida pieza en estilo neoclásico está firmada Albert Barre.
Añadamos a esto como soporte una corona de follaje, y la
población mayoritariamente católica practicante de la época identifica inmediatamente
los atributos de un mártir. Nada más simple que halagar al nuevo régimen
añadiendo una corona en anilla, a fin de imitar a todas las órdenes dinásticas
en uso en la época. En cuanto al listón, todos los conocedores de heráldica
identifican al sinople tomado prestado de la Corona de hierro, las cinco
ramificaciones en palo de gules provenientes de la Legión de Honor, la cifra
cinco extraída de la simbólica de las sociedades de pensamientos. Solo la
contravención del esmalte sobre esmalte puede sorprender (rojo sobre verde),
pero las reglas de la heráldica no se aplican a la falerística.
En su conjunto, la "medalla de chocolate" como fue conocida recompensa a los allegados del Emperador, "y nosotros, los
pequeños, los obscuros, los sin-grado…".
***Pierre
Rivière
Cultivador de oficio, nace en 1791 en Ginoles (Aude).
Conscripto en 1811, se integra el 120º Regimiento de línea del 5º batallón, 2ª
compañía.
* Colección del autor
***Instituto Napoleónico México-Francia