La zarina Catalina II (1729-1796), ha
pasado a la historia por expandir y modernizar el Imperio ruso durante su
reinado, que se prolongó entre 1762 y 1796, lo que le valió el sobrenombre de
“la grande”.
Junto a sus dotes políticas y de
gobierno, la desinhibición sexual de Ekaterina Alekséyevna ha llevado a un gran
número de historiadores a verter auténticos ríos de tinta acerca de las
extrañas costumbres sexuales de la emperatriz.
La zarina Catalina II (1729-1796)
Un ejemplo de la liberal relación de
Catalina la Grande con el sexo es la llamada “habitación erótica”, una estancia
decorada con todo tipo de elementos pornográficos. Durante una incursión en uno
de los palacios de Tsárskoye Selo, en la Segunda Guerra Mundial, un grupo de
soldados soviéticos encontró una habitación ambientada en un estilo
inequívocamente erótico.
Así, mientras una de las paredes
estaba decorada en su totalidad con falos de madera de diferentes formas, el
mobiliario estaba constituido por un gran número de sillas, escritorios y
pantallas con escenas pornográficas.
La inusual estancia causó tal
conmoción en los soldados que, lejos de causar cualquier daño en ella,
decidieron tomar una docena de fotografías de su interior. Por desgracia,
algunas de las imágenes se perdieron durante la contienda, aunque unas pocas
han sobrevivido hasta nuestros días y han permitido que expertos del Museo del
Hermitage hayan confirmado su existencia.
De hecho, la colección de arte
erótico de la familia imperial Romanov era conocida desde comienzo del siglo XX
y fue catalogada en los años 30, aunque nunca llegó a mostrarse al público,
antes de que gran parte de ella desapareciera hacia 1950.
En lo que respecta a la relación de
Catalina la Grande con el sexo, la leyenda cuenta que falleció mientras era
penetrada por un caballo. Sin embargo, la realidad es que sufrió un ataque de
apoplejía fulminante. Un extraño final para una mujer con una vida apasionante.
*Sang Bleu