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viernes, 20 de diciembre de 2013

De la Reichswehr a la Wehrmacht





El 20 de abril de 1939, para el quincuagésimo aniversario del Führer, Berlín era teatro de una grandiosa parada, en el límite del surrealismo.  En Charlottenburg y ante todo el cuerpo diplomático y frente a un Hitler con el brazo extendido, paralizado en una actitud  sin expresividad en las facciones, rígido, como señal de solemnidad y majestuosidad, impenetrable, durante 4 horas tiene lugar un desfile ininterrumpido de tanques, vehículos blindados, camiones llenos de tropas, piezas de potente artillería, centenares de aviones desfilando en el cielo, en total mas de 40000 soldados.
























*** Quincuagésimo aniversario del Führer, la Wehrmacht desfila, mostrando todo su recientemente renovado potencial, en un ambiente de grandiosidad surreal, digno ejemplo de la teatralidad del Tercer Reich.





Luego de esta brillante demostración de fuerzas, no es permitido dudar más. El Reich se ha rearmado completamente, se ha transformado en la primera potencia militar del mundo. Esta constatación inquietante llama a una pregunta: ¿se había realmente desarmado Alemania después de la Primera Guerra Mundial?

En el plano material, la respuesta no puede sino ser afirmativa. Luego de varios requerimientos en 1920-1921 por parte de los vencedores, la Republica de Weimar, no sin mala voluntad evidente, se había resignado a aplicar las clausulas del Tratado de Versalles. La Reichswehr (Fuerzas del Imperio) provisional de 300000 hombres, nacida inmediatamente de la derrota sobre las ruinas del ejercito imperial, había cedido su paso a una nueva fuerza, compuesta por 100000 hombres, de los cuales 4000 eran oficiales, compuesta por enrolados voluntarios a largo plazo. 25 años para los oficiales y 12 años para los suboficiales y la tropa. En total, un ejercito de 7 divisiones de infantería, 3 de caballería, repartidos en 7 Werkreise (regiones militares). La república se había resignado nuevamente a disolver todas las organizaciones paramilitares, los Freikorps (cuerpos libres) y las asociaciones patrióticas.

En el plano del equipamiento, el nuevo ejercito alemán obedece todavía a las clausulas del tratado. Esta privado de todo material moderno, aviones, tanques, artillería pesada, armas químicas. No constituye más que una fuerza de defensa de fronteras y mantenimiento del orden interno. En virtud del tratado, se encuentra aun apartada de una parte del territorio nacional, es decir, la zona desmilitarizada que comprende la rivera izquierda del Rhin, que debe ser ocupada hasta 1935, y una banda de 50 kilómetros sobre la rivera derecha. En esta zona Alemania no puede mantener ni un batallón.


**Perdidas territoriales alemanas después de la Primera Guerra Mundial.
  Anexado por países vecinos
     Administrado por la Sociedad de Naciones
     Alemania de Weimar



Para cerrar el conjunto, hasta 1927, el desarme de Alemania ha sido objeto de las investigaciones de una comisión internacional de control, presidida por el general francés Nollet, e integrada por representantes de Francia, Inglaterra, Italia y Japón. La principal actividad de esta comisión ha tenido lugar hasta 1927, a pesar de una mala voluntad evidente por parte de las autoridades alemanas. Toda Alemania ha sido registrada a fondo.

La comisión procedió, en primer lugar, a la destrucción masiva de material de guerra: 15700 aviones, 30000 motores, 60000 cañones, desde livianos a cañones super pesados de linea férrea, 130000 ametralladoras, 6 millones de fusiles, 38 millones de proyectiles, 490 millones de municiones para armas portátiles, 9000 estaciones de telefonía sin hilo, 212000 teléfonos de campaña, 2000 lanzallamas, 31 trenes blindados, 2200 pontones, etc.

Asimismo, la comisión ha procedido al desmantelamiento de las fortificaciones alemanas, tanto terrestres como marítimas. Inglaterra se ha encargado especialmente de la destrucción de las instalaciones de la isla de Helgoland, que había constituido la principal base de submarinos durante la guerra. Procedió igualmente a la neutralización o a la reconversión de las principales industrias de armamentos, arsenales o empresas privadas. Así mas de 6000 maquinas/herramientas de las fabricas Krupp, tradicionalmente asociadas con el militarismo alemán, han sido destruidas. Alemania solo esta autorizada a conservar 33 fábricas destinadas al equipamiento del ejército y de la marina, por otra parte, toda importación de material bélico esta rigurosamente prohibida.

En definitiva un balance impresionante, en cambio, en el plano moral es necesario reconocer que el desarme jamás ha sido aceptado, no solo por el cuerpo de oficiales sino por la inmensa mayoría del pueblo alemán. Este desarme se inserta en el Diktat de Versalles, aparece como una injuria, como una amputación de la soberanía de una gran nación, no podía sino ser transitorio. Al respecto, en el momento en que desaparece la comisión de control, en la lógica de la distención de finales de los años 20, con los acuerdos de Locarno, el pacto Briand-Kellog, la entrada de Alemania en la Sociedad de las Naciones, los mismos vencedores no se hacen ilusiones. Para el mariscal Foch, el desarme de una nación de 65 millones de habitantes para aquel entonces, no puede ser permanente, se requieren precauciones.

El general Nollet llega a la misma conclusión: “cuando era costumbre que después de la derrota la población fuese acuchillada, las mujeres raptadas, los inocentes masacrados, se podía quizás esperar de la victoria el exterminio del enemigo, pero en nuestro grado de civilización, la ventaja del numero pertenece siempre, a pesar de los reveses, al pueblo que lo posee. Por otra parte, la guerra moderna pone en juego todas las fuerzas de la nación y hemos visto que, en una interpretación apenas extensiva, se puede considerar como material de guerra una gran parte de la maquinaria nacional. Desde ese momento, el material de la nación vencida no puede tampoco ser aniquilado. El desarme de una nación no podría sino ser efímero, no se puede reducir a una gran nación a la impotencia sino arruinando su fuerza moral, hasta el punto en que ella se abandone. Con el tiempo, el recuerdo de los sufrimientos soportados y de las derrotas sufridas se borra, la confianza vuelve, el sentido nacional renace. Es entonces que aparece la voluntad de reparar las desgracias de la patria, de devolverle su lugar en el mundo. El pueblo alemán, que no estaba en poder de los aliados destruir, debía tender a levantarse. Admitir que un pueblo pudiese sentirse vencido a titulo temporal es suponer que se detiene la marcha de la historia, es cometer un error cuyo tamaño y consecuencias se tornan considerables en la medida en que se acelera el ritmo de los acontecimientos”.

De hecho, es desde la perspectiva de un resurgimiento, de la reconstrucción de un ejército nacional liberado de todo condicionamiento, que el general von Seeckt va a ejercer sus funciones de comandante de la Reichswehr hasta 1927. Para Hans von Seeckt (1886-1936) el nuevo ejército debe, en primer lugar, constituir una elite, un ejército de cuadros. Entre los 40000 oficiales de la Reichswehr provisional, el general no tiene ninguna dificultad en designar los 4000 oficiales del nuevo ejército. Estos son elegidos por su rectitud, su autoridad y competencia.

*El Generaloberst Hans von Seeckt con oficiales alemanes en maniobras en Turingia, 1925. Durante los años de la República de Weimar fue jefe de personal para el Reichswehr 1919-1920 y comandante en jefe del ejército alemán a partir de 1920 hasta octubre de 1926. Durante este período se dedicó a la reorganización del ejército y sentó las bases de la doctrina, táctica, organización y entrenamiento del ejército alemán. en el momento en Seeckt se retiro, el Reichswehr tenía una doctrina operativa clara y estandarizada, así como una teoría precisa sobre los futuros métodos de combate que han influido en gran medida las campañas militares libradas por la Wehrmacht durante la primera mitad de la Segunda Guerra Mundial.




Igualmente no tiene dificultad alguna en reclutar todos los años a los 9500 voluntarios necesarios, en razón de la afluencia de candidaturas, del orden de los 85000 a 90000. Una selección implacable puede efectuarse así, tanto en el plano físico como intelectual y moral. El reclutamiento se hace fundamentalmente entre jóvenes provenientes de regiones agrícolas y pequeñas ciudades, están eliminados los ciudadanos de los grandes centros industriales y los judíos.

En la óptica de Seeckt, el ejército debe evitar el escollo de caer en la rutina. La instrucción no debe limitarse a uno o dos años sino conservar un carácter intensivo durante el tiempo de enlistamiento y explotando una de las raras lagunas del tratado de Versalles, que no limita el cuerpo de graduados, la Reichswehr termina por constar en las de la mitad por cabos y suboficiales, los hombres de tropa se encuentran en minoría. Gracias a una instrucción estimulada al extremo, todos los voluntarios, oficiales o no, deben estar en condiciones de asumir las funciones de dos grados superiores al suyo, es decir, un simple soldado puede así ejercer las funciones de un sargento, un sargento las de un subteniente, un subteniente las de un capitán o un comandante de batallón. En virtud de esa concepción, la Reichswehr constituye el ejército de jefes (Fuhrerheer) anunciado por el mariscal Foch durante la conferencia de paz.

El ex comandante en jefe de los ejércitos aliados durante la guerra (generalísimo) hubiera deseado un ejército de 300000 hombres, compuesto por conscriptos que sirvieran a corto plazo. Su advertencia no fue escuchada por los anglo-sajones, que no podían imaginar que una Reichswehr profesional pudiese tener una mentalidad diferente de sus ejércitos profesionales. Además pregonaba que Alemania fuera desmembrada permanentemente de sus tierras al otro lado del Rhin, y que este rio fuera la frontera occidental germana, impidiendo así una fácil invasión de Francia en el futuro. Al saber que se firmaría el tratado sin tomar en cuenta su consejo dijo “Este no es un tratado de paz, sino un armisticio de veinte años”. Palabras proféticas dado que la Segunda Guerra Mundial comenzó 20 años y 65 días después.

En definitiva, la Reichswehr había constituido los cuadros del futuro ejército nacional posterior a 1935. Un ultimo punto: en el transcurso de su servicio, los enlistados deben gozar de una formación profesional, para no ser considerados como disminuidos a su regreso a la vida civil.

A pesar de la supresión del servicio militar, la Reichswehr debe todavía mantenerse en estrecho contacto con el conjunto de la población. No debe constituir un cuerpo extraño a la nación, y en todos los regimientos existen “compañías de tradición” que están encargadas de conservar los estandartes de las unidades disueltas. Estas compañías también deben mantener contactos estrechos con las asociaciones de ex combatientes. De preferencia los reclutas están en la guarnición de la región de la cual son originarios, de manera de conservar los lazos con su familia, pueblo o ciudad.

El general von Seeckt se esfuerza igualmente en paliar, en el plano de la organización, ciertas exigencias de los vencedores. La creación del Trupenamt (oficina de tropas) es una expresión nueva, y tiene por objeto reemplazar, de manera encubierta, el gran estado mayor, cuya desaparición se incluye en el tratado. Lo mismo ocurre con la Kriegsakademie (escuela de guerra) de renombre mundial, condenada también a desaparecer, pero reemplazada por una enseñanza militar descentralizada en el escalón de cada Werkreis.

En el plano material, von Seeckt aparece como un espíritu resueltamente innovador. Sacando las enseñanzas del conflicto precedente, discierne que el siguiente conflicto vera un retorno a la guerra de movimientos, con la aparición del tanque y del avión. En cierto modo, la prohibición para la Reichswehr de poseer materiales modernos constituye una ventaja, ella evita que el nuevo ejército alemán se encuentre entorpecido por instrumentos de combate cada vez más obsoletos.

El Trupenamt debe esforzarse por todos los medios en seguir la evolución de las técnicas, acumular una solida documentación sobre los ejércitos extranjeros, pese a la prohibición de mantener agregados militares. Se estudiaran prototipos de armas nuevas y en la misma línea el tratado de Rapallo de 1922, esto es un acuerdo secreto con la URSS da a Alemania la posibilidad de experimentar esos prototipos en la Rusia soviética, de asistir a ejercicios que ponen en juego aviones y tanques, específicamente en Lípetsk, cerca de Moscú,  e incluso formar especialistas.



*Tanques alemanes simulados, construidos en los años 20 para realizar prácticas. 


En ausencia de todo ejercito del aire, von Seeckt conserva cerca de su a un grupo de casi 60 oficiales que han combatido en la aviación durante la guerra. Este esfuerzo de investigación va a la par de subvenciones camufladas otorgadas a diferentes industriales, para que estén en condiciones cuando llegue el momento de pasar a la fabricación de material en serie. El caso es particularmente fácil en lo que se refiere a las industrias químicas y mecánicas, las fábricas de material agrícola estarán aptas para producir tanques ligeros. Aun manteniendo un carácter limitado, estas medidas facilitaran considerablemente los inicios del rearme, inmediatamente después de la llegada de Hitler al poder.

Finalmente en el plano político, von Seeckt quiere que el ejercito permanezca por sobre los partidos y sea fiel al juramento que presta no al presidente sino a la constitución. Los oficiales y los soldados de la Reichswehr no tienen derecho al voto y no pueden adherir a ninguna formación política. Aparecen sin embargo, como ultimo recurso en momentos de crisis interna y como garantes de la unidad del estado y la nación.

La política así practicada enfrenta, sin embargo, trabas no solo a nivel internacional, sino también internas. Este ejército apolítico esta sometido a un estrecho control presupuestario. Suscita la suspicacia de los partidos de izquierda, varios representantes de los cuales, como Scheidemann no vacilan en denunciar, en pleno Reichstag, ciertas tentativas de rearme oculto.

A pesar de la calidad del entrenamiento, y de la motivación de la tropa, la ausencia de materiales modernos limita el nivel profesional. El nuevo ejercito, tanto por sus efectivos como por su equipamiento, constituye un pobre instrumento de combate. Todos los Kriegspiel (juegos de guerra) demuestran su incapacidad, no solo para sostener un conflicto con Francia, sino incluso para asegurar un conflicto con Polonia. En todos los escalones, sin renegar de la flexibilidad operacional, que deja mayor libertad de acción a los ejecutantes, el mando se ve obligado a practicar el combate dilatorio, con resultados evidentemente deprimentes. Constatación que no puede sino alimentar una voluntad cada vez mas firme de recuperación y rearme.

La situación de la marina no es mejor, el fin de la guerra se ha traducido para la Kriegsmarine en una humillación difícil de soportar. Al enarbolar la bandera roja, fueron los acorazados de la flota en alta mar los que sirvieron de detonante a la crisis revolucionaria que se extendió a los puertos, a los centros industriales y que ocasiono la caída del sistema monárquico. El armisticio de Rethondes se tradujo, además, en la entrega inmediata a los ingleses de todos los submarinos destinados a ser destruidos y en la rendición humillante de los grandes buques de la flota de alta mar en Scapa Flow, donde debían finalmente conseguir hundirse por sabotaje, por orden del almirante Reuter, en la víspera de la firma del tratado de paz.

El tratado de Versalles no deja finalmente a Alemania sino con una caricatura de flota de guerra, de 100000 toneladas (144000 con los buques de reserva) y esta flota se encuentra limitada a los 6 viejos acorazados de 10000 toneladas de la clase Schlesien ya totalmente obsoletos en 1914, a 6 cruceros de 6000 toneladas, 12 caza torpederos de 800 toneladas y 12 torpederos de 600 toneladas. Los submarinos y la aviación naval le están estrictamente prohibidos. El personal esta limitado a 15000 hombres de los cuales 1500 son oficiales, lo que ni siquiera permitirá equipar todas las unidades concedidas en el tratado.

*El SMS Deutschland en 1912. una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, bajo los términos del Tratado de Versalles se permitió a Alemania mantener algunos de sus obsoletos acorazados pre-Dreadnoughts, entre ellos el Deutschland, que fue vendido para desguace en 1922.



Para colmo de males, siendo ya sospechosa en los medios conservadores por los motines de 1917-1918, la marina lo es también de los partidos de izquierda, luego del putsch abortado de extrema derecha Kapp-Luttwitz, en el que una de las 3 brigadas navales, al mando del teniente Ehrhardt ha ocupado Berlín. Aun más que el ejército, la marina se encuentra amputada de la nación.

Bajo el impulso del almirante Zenker, y luego de su sucesor Raeder, tiene lugar, sin embargo, una reflexión sobre la conducción de las operaciones de 1914 a 1918 y el papel finalmente decepcionante de la flota de alta mar. En tanto que Raeder, en su obra sobre los cruceros durante el conflicto, aboga en favor de una flota equilibrada, que combine naves de línea y buques aptos para la guerra de corso (Campaña marítima que se hace al comercio enemigo, siguiendo las leyes de la guerra) el almirante Wagener se hace defensor de la flota de acorazados creada por el almirante von Tirpitz. El objetivo de la guerra en el mar no se identifica con la destrucción de la fuerza organizada del enemigo, contrariamente a la enseñanza del almirante Mahan, es decir a la batalla, sino al control de las líneas de suministro y comunicación.

Para llevar a cabo esta lucha con el máximo éxito, Alemania debe liberarse de una posición geoestratégica extremadamente desfavorable, limitada a la bahía alemana y que ha permitido que a la marina británica interrumpir las comunicaciones del Reich, controlando el paso de Calais y los accesos del mar del norte. Desde los inicios del nuevo conflicto, Alemania debería ocupar los principales puertos en Noruega y conquistar las costas francesas de la Mancha, hasta Brest. Juzgados poco oportunos o por lo menos utópicos, estos puntos de vista serán condenados en 1926 y llevaran a su autor a dejar la marina. Sin embargo serán retomados en gran parte por Raeder como se observara en la campaña de Noruega de 1940.

A lo largo de este periodo la marina multiplica los juegos de guerra por el caso eventual de un conflicto que asocie a Francia y a Polonia. Los resultados de estos ejercicios son a menudo deprimentes como los llevados a cabo por el ejército, como máximo, el dominio del Báltico parece posible, permitiendo mantener las comunicaciones entre Prusia Oriental y el resto de Alemania y mantener las relaciones con Suecia. Seria todavía posible prohibir el ingreso de fuerzas navales francesas en el Báltico por el Sund.

Por el contrario, las condiciones ofrecidas por un enfrentamiento con Francia en el mar del norte, incluso en el cuadro de una neutralidad benévola de Inglaterra, conducen a un evidente pesimismo. Aun utilizando todos los recursos del combate nocturno parece imposible preservar las relaciones marítimas de Alemania o impedir a la marina francesa que proceda a desembarcos sobre las costas alemanas o el litoral danés. Como máximo se podría esperar que la actitud de Italia la obligara a mantener una escuadra importante en el Mediterráneo o a distraer fuerzas en el Atlántico, en caso de raids llevados a cabo por cruceros ligeros alemanes.

Frente a una situación tan poco alentadora, la Kriegsmarine adopta permanentemente una actitud revisionista y acaricia el sueño de una paridad con Francia. Hubiera deseado que Alemania participara en la Conferencia de Desarme de Washington o que obtuviera, por medio de negociaciones con Inglaterra, un alza en el tonelaje autorizado, tanto en el plano cuantitativo como en el cualitativo. Pero solo se trata de deseos, que el ministerio de la guerra o la cancillería a penas toman en consideración.

Comienza sin embargo la renovación de la marina, perfectamente conforme a las clausulas del tratado. 5 cruceros ligeros y 12 cazatorpederos de 800 toneladas comienzan a construirse sucesivamente entre 1921 y 1928. Aunque absolutamente conforme al tratado, la construcción, decidida en 1928 del panzerschiffe (buque acorazado) Deutschland en reemplazo de dos viejos acorazados de la clase Schliesen tendrá consecuencias internacionales inesperadas.

Con un desplazamiento de 10000 toneladas (12000 en realidad) un armamento compuesto por 8 piezas de 280 mm y una velocidad de 27 nudos, asociada a un imponente radio de acción, este buque, calificado inmediatamente como acorazado de bolsillo, despierta la oposición de las potencias signatarias de Washington, tanto mas cuanto que los siguen otros dos buques. Por su armamento domina a todos los cruceros pesados de la época, tributarios de piezas de 203 mm y por su velocidad no tiene mucho que temer de la mayoría de los buques de línea, que alcanzan a lo sumo, 22 nudos. La entrada en servicio de los acorazados de bolsillo lleva a la marina francesa a contestar con dos cruceros de batalla, el Dunkerque y el Strasbourg.   Italia responde con el anuncio del inicio de la construcción de dos acorazados de 35000 toneladas, obligando a Francia a responder con la construcción de dos navíos del mismo tonelaje, el Richelieu y el Jean Bart. 

*Panzerschiffe (buque acorazado) Deutschland en 1936. De manera totalmente inesperada, el inicio de la construcción de este buque alemán conduce a un relanzamiento de la carrera armamentista, inmediatamente después de la conferencia de Londres de 1930.



Así, en abril de 1932, Brüninng no duda en exponer, de manera mucho más precisa que Stresemann, los objetivos revisionistas del Reich. En el plano territorial las proposiciones se refieren a:

La incorporación de Danzig al Reich y la retrocesión por Polonia, de Prusia Occidental y de la parte polaca de la Alta Silesia.

La garantía de un puerto libre cerca de la desembocadura del Vístula y de un ferrocarril que una ese puerto al interior de Polonia.

El desinterés de Alemania por Memel y Lituania.

La restitución de una parte del antiguo imperio colonial alemán.

También habría sido considerada la restitución inmediata o anticipada, del Sarre, Eupen y Malmedy.

Brüninng quiere además explotar al máximo una de las clausulas capitales del tratado, que subraya que el desarme de Alemania constituye el preludio de un desarme general. Por eso las reivindicaciones militares del Reich se refieren a:

El reconocimiento del principio de igualdad de los derechos en materia de armamento, esta solo se practicaría si, luego de una segunda conferencia de desarme o después de cumplidos 5 años, no se concertara un acuerdo sobre la reducción general de armamentos.

El asentimiento de los estados signatarios del tratado de Versalles a la transformación de la Reichswehr, por la disminución a la mitad de la duración del servicio militar y la creación de una milicia cuyos efectivos serian limitados para los 5 siguientes años, aproximadamente al nivel de los de la Reichswehr.

Libertad para fortificar las fronteras del Reich o zonas desmilitarizadas.

Autorización desde ese momento, de construir prototipos de armamentos ofensivos pesados y la libertad para equipar a las unidades alemanas con armamentos defensivos pesados.

La sustitución por esta nueva convención del capitulo V  del tratado de Versalles, sosteniendo el principio del desarme general y haciendo adoptar esta convención por la Sociedad de las Naciones.

Estas proposiciones son presentadas en 1932, durante la conferencia de desarme de Ginebra, como encuentros privados y directos con Tardieu, Mac Donald, Grandi y el secretario de estado norteamericano Stimson. Igualmente se producen encuentros franco-alemanes en Luxemburgo.

Brüninng cuenta con el estancamiento de la conferencia de desarme y con las divergencias que se manifiestan entre anglo-sajones y franceses para obtener una satisfacción por lo menos parcial. Efectivamente británicos y norteamericanos ejercen una fuerte presión sobre la delegación francesa para que esta acepte una reducción de sus fuerzas armadas metropolitanas a 200000 hombres. Una reducción similar correspondería a los ejércitos de Polonia, Checoslovaquia e Italia. Paris subordina su acuerdo al establecimiento de un control militar y a una garantía británica contra toda agresión.


* Tropas alemanas en maniobras en 1930.



Si el designio de Brüninng concluye finalmente en un fracaso, la Reichswehr en pleno acuerdo con el poder, ultima un plan de reestructuración, el Umbau (reconstrucción) que debe ser realizado en 1938. La Reichswehr propiamente como tal queda como un ejército profesional fundado en enrolamientos de 3 años. Será completado por una milicia de fuerza manos o menos equivalente basada en un servicio de tres meses, seguido por cortos periodos de instrucción. El ejército terminaría por constar de 21 divisiones agrupando cerca de 300000 hombres. El plan de rearme prevé igualmente, aunque en proporciones muy modestas, la creación de unidades aéreas y blindadas. La nueva Reichswehr debería así de estar en condiciones de asumir, con serias chances de éxito, una guerra contra Polonia. Este plan constituye con toda evidencia, una cuestión previa al restablecimiento del servicio militar.

Simultáneamente, también en el marco del Umbau, y siempre en el objetivo de una paridad con Francia, la marina presenta asimismo un programa destinado a organizar una flota equilibrada, siguiendo las concepciones del almirante Raeder, que incluya 6 u 8 navíos de línea, 3 portaaviones, 7 cruceros pesados, 12 cruceros ligeros, 82 cazatorpederos y 80 submarinos, esto es, un total de 579000 toneladas de buques. De hecho la realización inicial permanece muy modesta y se limita a 4 cazatorpederos de 2200 toneladas, destinados a entrar en servicio en 1934 y ampliamente superiores a las normas permitidas por Versalles. También se elaboran planos para la construcción de dos navíos de la clase Súper Dunkerque.

Con la llegada de Hitler al poder, el plan de rearme entra en una fase decisiva, pero sin cambiar todavía su naturaleza. A partir del 3 de febrero de 1933, frente a los principales generales del ejército, el Führer anuncia una nueva orientación. Precisa su intención de recuperar el poder político condición previa indispensable al “refuerzo de la voluntad de defenderse”. Mostrándose todavía evasivo con respecto a la fecha del restablecimiento del servicio militar, sus palabras no pueden sino agradar a los oficiales generales, preocupados de una rehabilitación del ejército a los ojos de la nación, y que esperan que la nueva Wehrmacht (fuerzas de defensa) vuelva a ser la institución más importante del estado.

Este rearme, sin embargo, continua siendo discreto y la partida de Alemania de la conferencia de desarme y de la Sociedad de las Naciones, por falta de obtención de una autentica igualdad de derechos, no debe mover a ilusiones aun. Hitler se muestra mucho más prudente que un hombre como el general von Blomberg, que le ha sido prácticamente impuesto como ministro de defensa. El rearme debe continuar con energía, pero con la máxima discreción, aun a riesgo de multiplicar los desmentidos.

Alemania atravesara por un periodo peligroso, comparable al llamado Riskogedanke (concepto de riesgo) de la época de von Tirpitz de comienzos de siglo, cuando la Kaiserliche Marine comenzó una expansión que provoco alarma en Inglaterra. El rearme no puede liberarse del entorno internacional e inicia negociaciones con Francia e Inglaterra, mientras firma n 1934, un pacto de no agresión con Polonia.

Así, propone al gobierno francés, en diciembre de 1933, un ejército alemán de 300000 hombres, igual a las fuerzas metropolitanas francesas y una aviación inferior a la mitad a la de la fuerza aérea francesa. Luego de varias vacilaciones, el gabinete Doumergue rechaza estas proposiciones en abril de 1934. Espera retomar su libertad de acción y jugar la carta de un reforzamiento de la pequeña entente, en particular con Checoslovaquia. La inminencia de la crisis en el seno del Tercer Reich, que va a estallar con la “noche de los cuchillos largos” parece haber dictado en gran medida la decisión de Paris.

En cambio, Ribbentrop, enviado a Londres como embajador extraordinario obtiene un éxito evidente.   El gabinete conservador acepta el principio de un renacimiento de la Kriegsmarine, con la condición que su tonelaje no sobrepase el 35% de la Royal Navy, con la posibilidad de llegar a un 45%e incluso al 100% en ciertas circunstancias, para los submarinos.

Londres prefiere jugar la carta del control del rearme alemán y no permanecer insensible ante una eventual amenaza soviética en el Báltico. En 1937 un nuevo acuerdo con Inglaterra permite a la Kriegsmarine, invocando nuevamente la amenaza soviética, obtener la paridad en submarinos. A cambio, Alemania renuncia a la construcción de cruceros pesados y se compromete a no sobrepasar las 8000 toneladas en este tipo de buques.

En virtud de la política de prudencia adoptada, el rearme del ejército obedece, inicialmente, al plan de 1932, enmendado en 1933 y nuevamente en mayo de 1934. En función de estas modificaciones, el ejército de tiempo de paz debe llegar, el 1 de mayo de 1935, a 300000 hombres y comprender 63 divisiones en caso de guerra. Esta extensión plantea el problema el problema de las reservas y lleva al ejercito, en relación con el partido nazi, a iniciar la instrucción anual de 250000 miembros de la SA (secciones de asalto) y de 7 batallones de guarda fronteras. En total, a comienzos de 1935, los objetivos fijados han sido aproximadamente alcanzados. El ejercito en activo cuenta ya con más de 280000 hombres y este incremento ha sido posible gracias a inscripciones voluntarias de duración variable.

La prudencia de Hitler se encuentra nuevamente respecto a la Kriegsmarine. Prudencia teñida en momentos por la vacilación, ya que en su libro “Mein Kampf”  y aun más en un artículo de prensa aparecido en octubre de 1932, se muestra severo respecto a la política de von Tirpitz. La creación de la flota de alta mar había tenido como resultado empujar a Inglaterra en el campo de los adversarios de Alemania. En el curso del conflicto, a diferencia de los submarinos alemanes, cuyo heroísmo subraya Hitler, la marina se había asilado en la inacción y había constituido a lo más “una escuela flotante de cañoneros”.

Los almirantes se muestran inquietos, sin embargo, aun cuando a cogen con satisfacción la llegada al poder de los nazis, que parece garantizar la vuelta a la unidad nacional, y la ruptura de las cadenas de Versalles. Los planes de expansión del Führer subrayados en la ya citada obra, aparecen de naturaleza puramente continental y están subordinados a la amistad con Inglaterra. La política de espacio vital tiene el riesgo de entregar el primer lugar al ejército en detrimento de la marina, disminuida a un papel secundario.

En diferentes notas el almirante Raeder se esfuerza por la educación marítima de Hitler, al explotar su pasión por los grandes navíos y su conocimiento perfecto del Meyers Taschenbuch der Kriegsflotten (manual Meyer de las flotas de guerra). Inspirándose en Tirpitz destaca que la proyección mundial de un país depende estrechamente de su poderío naval, y que una marina de guerra bien puede constituirse en un auxiliar de una política de expansión continental, asegurando la libertad de las comunicaciones marítimas del Reich no solo en el Báltico, sino también en el mar del norte, sobre todo en caso de una neutralidad inglesa. La nueva marina equilibrada debe estar en condiciones de hacer frente a un conflicto que asocie a Francia y a Polonia.

Durante 2 años, Hitler, en cierta medida convencido permanece sin embargo circunspecto. Los créditos concedidos a la marina se refieren esencialmente a la renovación de las infraestructuras, arsenales, diques secos, fortificaciones costeras. Es solo a finales de 1934 que autoriza la construcción del primer submarino y el inicio de construcción de dos navíos de 32000 toneladas, el Scharnhorst y el Gneisenau. Inferiores en artillería a los buques franceses con piezas de 280 contra 330 mm, los dos cruceros de batalla alemanes los superan por su robustez y su protección. De hecho Hitler se esfuerza entonces, a todo precio, en no despertar la desconfianza de Inglaterra, con la cual desea una alianza en el marco de una suerte de repartición hegemónica. A ellos su imperio y el dominio de los mares, a Alemania la dominación de Europa continental y la expansión hacia el este.

Al día siguiente de la firma del acuerdo naval del 18 de junio de 1935, el alivio y la satisfacción de Hitler son inmensos. “Es el mejor día de mi vida” afirmaría luego, por el contrario la Kriegsmarine no disimula cierta decepción. La paridad con Francia no ha sido aun alcanzada, esta habría exigido el 50% del total de la Royal Navy y Hitler se ha opuesto totalmente a plantear la cuestión a Londres sobre esa base. Con una marina de 450000 toneladas el resultado es más que honorable. Los astilleros de construcción estarán completamente movilizados hasta por lo menos 1941.

Independientemente del Scharnhorst y el Gneisenau, las nuevas construcciones se refieren a dos navíos de línea, el Bismarck y el Tirpitz, 5 cruceros pesados: Admiral Hipper, Blücher, Prinz Eugen, Seydlitz y Lutzow, dos portaaviones, grandes destroyers de 2200 toneladas y submarinos oceánicos y de defensa costera. Por sus características, la mayor parte de estos buques están pensados para mostrar su superioridad a los buques franceses de categoría equivalente. Los cruceros pesados sobrepasan así las 13000 toneladas y los Bismarck y Tirpitz tienen un desplazamiento de 42000 toneladas.

En la hipótesis de un conflicto con Francia, grupos de grandes buques podrán operar en el mar del norte y el Atlántico y preservar las comunicaciones alemanas. Los submarinos podrán igualmente actuar en el Mediterráneo occidental sobre el eje Argelia-Marsella, contra transportes de tropas francesas. El deterioro de las relaciones con Italia obligara a Francia a mantener fuerzas importantes en Tolón y Bizerta. En suma, en algunos años, las perspectivas estratégicas en caso de conflicto limitado con Francia y Polonia, se encuentran profundamente perturbadas.

Los temores de Hitler no se encuentran en el campo del rearme aéreo. Esta reacción proviene de Herman Göring, el numero 2 del régimen. Primer ministro de Prusia y Ministro del Aire del Reich, y en contacto con su secretario de estado Milch, antiguo presidente de la compañía aérea Lufthansa, Göring  da también prueba de prudencia.

El desarrollo de la futura Luftwaffe se hace en gran parte de manera oculta, bajo la cobertura de la Lufthansa. La compañía adopta aparatos de transporte susceptibles de  ser transformados en aviones de bombardeo, como los Junkers Ju 52/3m  y se encarga de la formación de los futuros pilotos de combate. Los procedimientos de navegación nocturna son objeto de atención especial. Göring también entrega importantes subvenciones a las asociaciones deportivas que se consagran al vuelo a vela o al vuelo a motor en aparatos livianos, ya que estas constituirán el semillero de las futuras tripulaciones de la Luftwaffe.

*El Ju 52 oficial de Hitler en 1934.



El esfuerzo del ministerio del aire se vuelca también sobre la creación de una infraestructura: terrenos de aviación, hangares y talleres de reparaciones, en tanto que se conceden créditos a las construcciones aeronáuticas y naturalmente, a los centros de instrucción. Los efectivos utilizados en la industria pasaran así, de 600 personas en 1933, a más de 220000 en 1939, y durante el mismo periodo la producción de aviones militares evolucionara de manera impresionante, pasando de 36 por año a más de 8000. En suma la primera aviación de combate del mundo surge así en el transcurso de unos años.

En marzo de 1935 esta aviación cuenta ya con cerca de 800 aparatos de todas las categorías y a fines de ese año, con cerca de 2000, sin embargo, limitándose a aviones de combate propiamente dichos, los efectivos de la nueva Luftwaffe no sobrepasan los 800 aviones. Se trata todavía de aparatos de primera generación que no exhiben ninguna superioridad sobre los aviones en servicio en otras fuerzas armadas extranjeras. En el curso de este año es que se manifiesta el gran vuelco del rearme del Tercer Reich. El 16 de marzo, Hitler de cierto modo, se quita ya la mascara. Rechaza públicamente las obligaciones de Versalles y proclama la soberanía de Alemania en materia de defensa. Simultáneamente, decide el restablecimiento del servicio militar de un año a partir del 1 de octubre. Göring por su parte, anuncia la creación de la Luftwaffe.

*Bombardero alemán He 111, muestra del desarrollo alcanzado por la Luftwaffe en cuanto a su material aéreo.



Varios elementos explican estas decisiones espectaculares. Con la muerte del presidente Paul von Hindenburg, Hitler acaba de tomar el titulo de Reichsführer. El problema del Sarre es resuelto mediante un plebiscito el 13 de enero de 1935, de un modo triunfal para el régimen, más del 90% de los votantes han optado por la reunificación con Alemania. Se desvanece así la amenaza de una represalia por parte de Francia, y la decisión del gobierno francés de llevar su servicio militar a 2 años es interpretada por Hitler como una amenaza abierta a la seguridad germana. En el hecho esta decisión trata esencialmente de paliar el déficit de las promociones reducidas y no conlleva a ningún aumento de efectivos del ejército francés. Sirve de pretexto sin embargo, para establecer de nuevo el servicio militar en Alemania. Simultáneamente y todavía en infracción de las clausulas de Versalles se anuncia el restablecimiento del gran estado mayor y de la prestigiosa academia de guerra, fundada en 1810 por Scharnhorst. Justo 125 años después de su creación, la reapertura de esa academia es objeto de una grandiosa ceremonia, en presencia de Hitler y de varios centenares de oficiales generales y superiores.

Estas decisiones no llevan a ninguna reacción de Francia, resignada a un rearme que todavía espera limitado, y aun menos de Inglaterra, lista para negociar el acuerdo naval del 18 de junio de 1935. Desde ese momento el rearme del Reich prosigue ya abiertamente, y para finales de 1936 el ejército dispondrá de 36 divisiones de infantería y 3 divisiones blindadas. El número de grandes unidades en tiempo de guerra es fijado en 73.

Este abierto rearme se acompaña, sin embargo, de fuertes apremios económicos. Las industrias de armamento de los años 20, instaladas en su mayoría en el centro de Alemania ya no están a la altura del desarrollo de la nueva Wehrmacht. El Ruhr vuelve a encontrar así, su papel de arsenal del Reich. Para asegurar su protección se impone la remilitarización de Renania. Prevista, al parecer para inicialmente 1937, este movimiento ocurrirá el 7 de marzo de 1936.

Se trata de una tremenda jugada de póker y de un golpe extremadamente grave a la última garantía conservada por Francia desde 1919 y confirmada por el pacto de Locarno. Durante varios días los grandes jefes militares y Hitler mismo no disimulan si ansiedad, pero por razones múltiples como la campaña electoral, la falta de resolución de los responsables civiles y militares, pacifismo básico de la opinión, abstención británica, etc. Francia no reacciona, y se contenta con emitir una protesta por intermedio de la Sociedad de las Naciones.

La reocupación de la Renania ha sido objeto de comentarios apasionados y a menudo erróneos. Para justificar una operación que va contra los acuerdos internacionales, Hitler, con su oportunismo habitual, ha aprovechado una ocasión, la ratificación del parlamento francés del pacto franco-soviético de 1935, considerado contrario al espíritu de Locarno, lo cual no era enteramente falso.

A pesar de una opinión admitida demasiado a menudo, la operación no se hace contra la voluntad de los comandantes militares. Estos por razones logísticas y por miedo a una reacción brutal y rápida de Francia, simplemente insistieron  en que la maniobra tenga, en un comienzo, un carácter simbólico y este limitada a algunos batallones. La capacidad de los puentes ferroviarios sobre el Rhin no permitía una transferencia rápida del grueso del ejército alemán a la ribera izquierda del rio. En caso de reacción francesa de envergadura, las tropas alemanas debían llevar a cabo combates dilatorios, antes de librar batalla detrás del Rhin y del Röer, y esto claro no se trataba en modo alguno de una retirada.


*Remilitarización de Renania.




En total el Reich estaba preparado en 1936 para llevar ya adelante una verdadera guerra, con medios aun limitados. En este asunto, Hitler gozaba del apoyo del ejército y de la inmensa mayoría de la población, que siempre se había rebelado contra una desmilitarización permanente, considerada un golpe insoportable a la soberanía germana. Una derrota militar en 1936 habría sido considerada como una humillación nacional y solo habría reforzado la acogida al Führer en el seno de la población.

Después de esta remilitarización, el rearme conoce una fase de aceleración, que será interrumpida nada más por el estallido de la guerra. Con el servicio militar llevado a dos años, la Wehrmacht contara para finales de 1936 con más de un millón de hombres en armas, y alineara, en septiembre de 1939, unas 50 divisiones de activo, incluyendo 6 panzer, 4 motorizadas, y 4 de caballería ligera. El Anschluss (anexión de Austria)  y la dislocación de Checoslovaquia han contribuido al desarrollo del ejército con la incorporación de 8 divisiones austriacas y el aporte de las industrias de armamento checas. En esa fecha el rearme del ejército deja de tener prioridad y se le da esta a la Luftwaffe, que debe cuadruplicar sus efectivos y contar con 20000 aviones de combate para 1942. A partir de 1938-1939, se concede aun más prioridad también a la Kriegsmarine con la adopción del plan Z, que se refiere a una flota de más de 1000000 de toneladas, 10 veces la de 1933.

Esta flota obedece a un vuelco estratégico mayor, porque incluso antes de la crisis de Múnich en 1938, Hitler ya no crees en una alianza con Inglaterra. La Royal Navy se torna el principal adversario potencial y la marina francesa es rezagada a un segundo plano. El 28 de abril de 1939, mientras Londres acababa de dar su garantía a Polonia, a Rumania y a Grecia, Hitler denuncia el pacto naval de junio de 1935. Acepta la realización del plan Z preparando a la marina para un posible conflicto con Inglaterra. El Führer insiste en que la realización de este plan; prevista inicialmente para 1947-1948 tenga lugar antes de 1945.

Este plan Z aparece como una resultante de las ideas de Hitler y del almirante Raeder. Siempre apasionado por los grandes buques de línea, el Führer insiste en la construcción de 6 grandes acorazados de la clase M, de 56000 toneladas, armados de piezas de 406 mm. 2 de ellos se pondrán en construcción antes de septiembre de 1939, y a falta de poder jugar con el número, se deberá gozar de superioridad cualitativa. La marina japonesa, con la construcción de los Yamato, hace entonces el mismo cálculo, y a este cuerpo de batalla, siguiendo los deseos de Raeder se agregaran los cruceros pesados y los grandes cruceros de batalla destinados a raids en el Atlántico. El plan también prevé además, la construcción de dos portaaviones suplementarios, cruceros ligeros, destroyers y 225 submarinos, sin olvidar 55 flotillas aéreas.

Después del conflicto algunos lamentaran que las concepciones de Dönitz no hayan sido escuchadas. En vez de lanzarse a la realización de un programa grandioso, en el límite de las posibilidades económicas del Reich, Hitler y Raeder habrían hecho mejor en fijar el esfuerzo de recuperación en los submarinos, ya que si la marina alemana hubiera contado con una flota de 300 submarinos operacionales, de un modelo único de 500 toneladas, habría estado en condiciones de paralizar las comunicaciones británicas.

Esta tesis exige, en realidad, serias correcciones. En septiembre de 1939, Dönitz no es sino un simple capitán de navío y mientras asegura el entrenamiento de las nuevas flotillas, no goza todavía sino de una influencia reducida. Por lo demás, mostrándose ya escéptico del uso de grandes buques y mucho mas optimista que Raeder en el uso del submarino, a pesar del sistema de convoyes y del asdic (aparato de detección submarina por ultrasonido) es solo en la víspera del inicio del conflicto que defiende la idea de una flota de 300 submarinos, mientras preconiza aun varios modelos.

Las divergencias más nítidas aparecen, en realidad, entre Hitler y Raeder. Se refieren a la utilización de esta nueva gran marina equilibrada. Para el Führer la realización del plan Z se integra en una política de disuasión frente a Inglaterra, en tanto que el almirante no descarta la perspectiva de un gran conflicto. En el horizonte de 1945, que debe conducir a la “solución final del problema ingles” usando su propia expresión. Seria la revancha por Scapa Flow.

Conforme a esta doctrina, Raeder no descarta la eventualidad de una batalla. Sin embargo, da preferencia a la acción de grupos de grandes buques en el Atlántico para la protección del comercio del Reich y a los ataques de submarinos contra los buques de transporte de tropas enemigas. Con la adhesión de Alemania a la conferencia de Londres  de 1936, parece por el momento descartada la perspectiva de una guerra al comercio sin restricción como aquella de 1915, o de 1917-1918.

En suma, a partir de 1938, un rearme intensivo alcanza a los tres grandes componentes de la Wehrmacht, el ejército, la Luftwaffe y la Kriegsmarine. Cabe pues preguntarse sobre la capacidad de Alemania de responder a tal esfuerzo, al cual se agrega la construcción de la Westwall (muro del oeste) conocida también como la línea Siegfried, que absorbe mas del 20 % del acero asignado al ejercito. No sin razón, el general Thomas, encargado de los problemas económicos dentro de la Wehrmacht subraya el carácter horizontal de un rearme centrado en lo cuantitativo, en detrimento de la dimensión vertical, es decir, de stocks de municiones o de piezas de recambio, y aun mas de combustibles.

En efecto, no se advierte como Alemania en tiempos de guerra, sometida a un bloqueo mas o menos parcial, privada en parte de sus recursos petroleros o de ciertas materias primas, estaría en condiciones de responder a las necesidades de formaciones blindadas y motorizadas del ejercito, de una marina de mas de un millón de toneladas y de una fuerte Luftwaffe de 20000 aparatos.

El problema es tanto más acuciante cuanto que no existe ninguna coordinación en el seno de la Wehrmacht. A pesar de su nominación como ministró de defensa del Reich, y comandante de toda la Wehrmacht, desde abril de 1933, el general Blomberg no tiene prácticamente ninguna autoridad sobre la fuerza aérea y la marina, que se dirigen directamente al Führer. Responsable de su propio plan de 4 años, Göring tiene también una influencia restringida sobre el conjunto de la producción industrial, limitada a ciertas empresas y a las industrias de síntesis (la síntesis química permite obtener productos que no existen de forma natural, como el acero, los plásticos o los adhesivos).

Alemania no será, por lo demás, la única en preocuparse del problema particularmente delicado de la puesta en marcha de una economía de guerra. Francia conocerá dificultades similares durante en invierno 1939-1940, la economía inglesa atravesara una severa crisis en 1943, que solo será sobrellevada con la ayuda norteamericana. Incluso en los Estados Unidos, el mayor desorden reinara en la industria en el curso de 1942, y al comienzo de la producción de armamentos no ocurrirá sino hasta en el curso del año siguiente.

A partir de 1937, el rearme alemán se efectúa todavía en una economía afectada por el sobrecalentamiento, con fuertes tendencias inflacionarias y penurias crecientes de materias primas y mano de obra. El desempleo ya ha desaparecido completamente y el Reich esta obligado a cerrar contratos de mano de obra en países como Italia. Las tenciones mas vivas  se refieren al personal calificado, que las empresas se disputan. Contrariamente a una creencia muy extendida, la economía del Reich esta lejos de estar militarizada y el espectacular resurgimiento  no se debe sino parcialmente a la política de rearme. En verdad entre 1933 y 1939, los gastos militares pasan de 800 millones de Reichsmark a cerca de 130000 millones. Su parte en el producto nacional bruto pasa del 1% al 23%, y si bien es cierto que este se ha duplicado en ese lapso a un nivel comparable al alcanzado por Inglaterra en el mismo periodo. En 1943 los gastos militares del Reich sobrepasaran el 60% de su PIB.

Sea como fuere, una parte absoluto despreciable de la producción se consagra a las grandes realizaciones del régimen. Hitler concede un interés personal a la motorización del Reich, como lo muestra la creación de las industrias Volkswagen en Wolfsburg y la construcción de una red de 5000 kilómetros de autopistas, cuyo papel esta lejos de ser puramente estratégico. Por su formación de arquitecto, el Führer se interesa muy especialmente en un urbanismo de prestigio, que se consagra a 5 grandes ciudades-guía: Berlín, Núremberg, Múnich, Hamburgo y Linz, aunque en otras numerosas urbes también se alzan realizaciones espectaculares.

Esto obedece a un frio cálculo político, es por esas obras, dice Hitler, que puede comunicarse a un pueblo, la conciencia de su propio valor y se le puede convencer de que es igual a los otros grandes pueblos del mundo, incluso de los Estados Unidos.

La vivienda social tampoco es descuidad, sin lograr, sin embargo, reabsorber un déficit crónico. A pesar del congelamiento de salarios, eludido de múltiples maneras (horas suplementarias, primas, cambios de calificación) las industrias de consumo continúan desarrollándose. Contrariamente a una aserción demasiado celebre de Göring, Alemania no prefiere los cañones a la mantequilla, sino que se esfuerza por conciliar los dos. Así en definitiva, en vísperas del más grande conflicto mundial en 1939, la economía del Reich se encuentra en un estado intermedio entre la paz y la guerra.

Cabe preguntarse sin embargo, si este esfuerzo esta a la altura de una estrategia altamente continental, con la creación de una gran Alemania, el desmantelamiento de Polonia y la expansión hacia el este, en el cuadro de una política de espacio vital. Al construir una gran marina, no renueva acaso el Tercer Reich el error de Tirpitz de comienzos del siglo XX? Al consagrar grandes recursos a la realización del ambicioso plan Z en detrimento del ejército e incluso de la Luftwaffe se arriesga a lanzarse a una carrera perdida de antemano. A partir de 1937, la Royal Navy comienza, también ella, un esfuerzo de renovación y desarrollo que tiene todas las posibilidades de asegurarle un serio margen de superioridad sobre la Kriegsmarine en 1944-1945.

A partir del rearme del final de los años 30, ninguna potencia se lanzara imitando al Reich, en un esfuerzo militar en todas las direcciones. Francia concederá prioridad al ejército y a la fuerza aérea, Inglaterra centrara su rearme en la marina y la Royal Air Force en detrimento de un ejército reducido a 30 divisiones. La URSS hará un esfuerzo considerable en el plano terrestre y aéreo. En cuanto a los Estados Unidos, a pesar de su enorme potencial, se alineara según el modelo británico, con la creación de una marina de dos océanos y una poderosa aviación. Previsto a 200 divisiones, el ejército nunca sobrepasara las 90, de las cuales 16 son blindadas.

En este escenario y en plena armonía, entre Hitler y el comando de la Wehrmacht, se ha efectuado el rearme alemán, que fue ampliamente preparado desde los últimos años de la republica de Weimar. Ahora el joven ejército alemán se dispone a hacer temblar a Europa.










*Bundesarchive
**Wikipedia
***Life