El 20 de abril de 1939, para el
quincuagésimo aniversario del Führer, Berlín era teatro de una grandiosa
parada, en el límite del surrealismo. En
Charlottenburg y ante todo el cuerpo diplomático y frente a un Hitler con el
brazo extendido, paralizado en una actitud
sin expresividad en las facciones, rígido, como señal de solemnidad y
majestuosidad, impenetrable, durante 4 horas tiene lugar un desfile
ininterrumpido de tanques, vehículos blindados, camiones llenos de tropas,
piezas de potente artillería, centenares de aviones desfilando en el cielo, en
total mas de 40000 soldados.
*** Quincuagésimo aniversario del Führer, la Wehrmacht desfila, mostrando todo su recientemente renovado potencial, en un ambiente de grandiosidad surreal, digno ejemplo de la teatralidad del Tercer Reich.
Luego de esta brillante demostración
de fuerzas, no es permitido dudar más. El Reich se ha rearmado completamente,
se ha transformado en la primera potencia militar del mundo. Esta constatación
inquietante llama a una pregunta: ¿se había realmente desarmado Alemania
después de la Primera Guerra Mundial?
En el plano material, la respuesta no
puede sino ser afirmativa. Luego de varios requerimientos en 1920-1921 por
parte de los vencedores, la Republica de Weimar, no sin mala voluntad evidente,
se había resignado a aplicar las clausulas del Tratado de Versalles. La Reichswehr
(Fuerzas del Imperio) provisional de 300000 hombres, nacida inmediatamente de
la derrota sobre las ruinas del ejercito imperial, había cedido su paso a una
nueva fuerza, compuesta por 100000 hombres, de los cuales 4000 eran oficiales,
compuesta por enrolados voluntarios a largo plazo. 25 años para los oficiales y
12 años para los suboficiales y la tropa. En total, un ejercito de 7 divisiones
de infantería, 3 de caballería, repartidos en 7 Werkreise (regiones militares).
La república se había resignado nuevamente a disolver todas las organizaciones
paramilitares, los Freikorps (cuerpos libres) y las asociaciones patrióticas.
En el plano del equipamiento, el
nuevo ejercito alemán obedece todavía a las clausulas del tratado. Esta privado
de todo material moderno, aviones, tanques, artillería pesada, armas químicas.
No constituye más que una fuerza de defensa de fronteras y mantenimiento del
orden interno. En virtud del tratado, se encuentra aun apartada de una parte
del territorio nacional, es decir, la zona desmilitarizada que comprende la
rivera izquierda del Rhin, que debe ser ocupada hasta 1935, y una banda de 50
kilómetros sobre la rivera derecha. En esta zona Alemania no puede mantener ni
un batallón.
**Perdidas territoriales alemanas después
de la Primera Guerra Mundial.
Anexado
por países vecinos
Administrado por la Sociedad de Naciones
Alemania de Weimar
Para cerrar el conjunto, hasta 1927,
el desarme de Alemania ha sido objeto de las investigaciones de una comisión
internacional de control, presidida por el general francés Nollet, e integrada
por representantes de Francia, Inglaterra, Italia y Japón. La principal
actividad de esta comisión ha tenido lugar hasta 1927, a pesar de una mala
voluntad evidente por parte de las autoridades alemanas. Toda Alemania ha sido
registrada a fondo.
La comisión procedió, en primer
lugar, a la destrucción masiva de material de guerra: 15700 aviones, 30000
motores, 60000 cañones, desde livianos a cañones super pesados de linea férrea, 130000 ametralladoras,
6 millones de fusiles, 38 millones de proyectiles, 490 millones de municiones
para armas portátiles, 9000 estaciones de telefonía sin hilo, 212000 teléfonos
de campaña, 2000 lanzallamas, 31 trenes blindados, 2200 pontones, etc.
Asimismo, la comisión ha procedido al
desmantelamiento de las fortificaciones alemanas, tanto terrestres como
marítimas. Inglaterra se ha encargado especialmente de la destrucción de las
instalaciones de la isla de Helgoland, que había constituido la principal base
de submarinos durante la guerra. Procedió igualmente a la neutralización o a la
reconversión de las principales industrias de armamentos, arsenales o empresas
privadas. Así mas de 6000 maquinas/herramientas de las fabricas Krupp,
tradicionalmente asociadas con el militarismo alemán, han sido destruidas.
Alemania solo esta autorizada a conservar 33 fábricas destinadas al
equipamiento del ejército y de la marina, por otra parte, toda importación de
material bélico esta rigurosamente prohibida.
En definitiva un balance
impresionante, en cambio, en el plano moral es necesario reconocer que el
desarme jamás ha sido aceptado, no solo por el cuerpo de oficiales sino por la
inmensa mayoría del pueblo alemán. Este desarme se inserta en el Diktat de Versalles,
aparece como una injuria, como una amputación de la soberanía de una gran
nación, no podía sino ser transitorio. Al respecto, en el momento en que
desaparece la comisión de control, en la lógica de la distención de finales de
los años 20, con los acuerdos de Locarno, el pacto Briand-Kellog, la entrada de
Alemania en la Sociedad de las Naciones, los mismos vencedores no se hacen
ilusiones. Para el mariscal Foch, el desarme de una nación de 65 millones de
habitantes para aquel entonces, no puede ser permanente, se requieren
precauciones.
El general Nollet llega a la misma
conclusión: “cuando era costumbre que después de la derrota la población fuese
acuchillada, las mujeres raptadas, los inocentes masacrados, se podía quizás
esperar de la victoria el exterminio del enemigo, pero en nuestro grado de
civilización, la ventaja del numero pertenece siempre, a pesar de los reveses,
al pueblo que lo posee. Por otra parte, la guerra moderna pone en juego todas
las fuerzas de la nación y hemos visto que, en una interpretación apenas
extensiva, se puede considerar como material de guerra una gran parte de la
maquinaria nacional. Desde ese momento, el material de la nación vencida no
puede tampoco ser aniquilado. El desarme de una nación no podría sino ser
efímero, no se puede reducir a una gran nación a la impotencia sino arruinando
su fuerza moral, hasta el punto en que ella se abandone. Con el tiempo, el
recuerdo de los sufrimientos soportados y de las derrotas sufridas se borra, la
confianza vuelve, el sentido nacional renace. Es entonces que aparece la
voluntad de reparar las desgracias de la patria, de devolverle su lugar en el
mundo. El pueblo alemán, que no estaba en poder de los aliados destruir, debía
tender a levantarse. Admitir que un pueblo pudiese sentirse vencido a titulo
temporal es suponer que se detiene la marcha de la historia, es cometer un
error cuyo tamaño y consecuencias se tornan considerables en la medida en que
se acelera el ritmo de los acontecimientos”.
De hecho, es desde la perspectiva de un
resurgimiento, de la reconstrucción de un ejército nacional liberado de todo
condicionamiento, que el general von Seeckt va a ejercer sus funciones de
comandante de la Reichswehr hasta 1927. Para Hans von Seeckt (1886-1936) el
nuevo ejército debe, en primer lugar, constituir una elite, un ejército de
cuadros. Entre los 40000 oficiales de la Reichswehr provisional, el general no
tiene ninguna dificultad en designar los 4000 oficiales del nuevo ejército.
Estos son elegidos por su rectitud, su autoridad y competencia.
*El Generaloberst Hans von Seeckt con
oficiales alemanes en maniobras en Turingia, 1925. Durante los años de la
República de Weimar fue jefe de personal para el Reichswehr 1919-1920 y
comandante en jefe del ejército alemán a partir de 1920 hasta octubre de 1926. Durante
este período se dedicó a la reorganización del ejército y sentó las bases de la
doctrina, táctica, organización y entrenamiento del ejército alemán. en el momento
en Seeckt se retiro, el Reichswehr tenía una doctrina operativa clara y
estandarizada, así como una teoría precisa sobre los futuros métodos de combate
que han influido en gran medida las campañas militares libradas por la
Wehrmacht durante la primera mitad de la Segunda Guerra Mundial.
Igualmente no tiene dificultad alguna
en reclutar todos los años a los 9500 voluntarios necesarios, en razón de la
afluencia de candidaturas, del orden de los 85000 a 90000. Una selección
implacable puede efectuarse así, tanto en el plano físico como intelectual y
moral. El reclutamiento se hace fundamentalmente entre jóvenes provenientes de
regiones agrícolas y pequeñas ciudades, están eliminados los ciudadanos de los
grandes centros industriales y los judíos.
En la óptica de Seeckt, el ejército
debe evitar el escollo de caer en la rutina. La instrucción no debe limitarse a
uno o dos años sino conservar un carácter intensivo durante el tiempo de
enlistamiento y explotando una de las raras lagunas del tratado de Versalles,
que no limita el cuerpo de graduados, la Reichswehr termina por constar en las
de la mitad por cabos y suboficiales, los hombres de tropa se encuentran en
minoría. Gracias a una instrucción estimulada al extremo, todos los voluntarios,
oficiales o no, deben estar en condiciones de asumir las funciones de dos
grados superiores al suyo, es decir, un simple soldado puede así ejercer las
funciones de un sargento, un sargento las de un subteniente, un subteniente las
de un capitán o un comandante de batallón. En virtud de esa concepción, la
Reichswehr constituye el ejército de jefes (Fuhrerheer) anunciado por el
mariscal Foch durante la conferencia de paz.
El ex comandante en jefe de los
ejércitos aliados durante la guerra (generalísimo) hubiera deseado un ejército
de 300000 hombres, compuesto por conscriptos que sirvieran a corto plazo. Su
advertencia no fue escuchada por los anglo-sajones, que no podían imaginar que
una Reichswehr profesional pudiese tener una mentalidad diferente de sus
ejércitos profesionales. Además pregonaba que Alemania fuera desmembrada
permanentemente de sus tierras al otro lado del Rhin, y que este rio fuera la
frontera occidental germana, impidiendo así una fácil invasión de Francia en el
futuro. Al saber que se firmaría el tratado sin tomar en cuenta su consejo dijo
“Este no es un tratado de paz, sino un armisticio de veinte años”. Palabras
proféticas dado que la Segunda Guerra Mundial comenzó 20 años y 65 días
después.
En definitiva, la Reichswehr había
constituido los cuadros del futuro ejército nacional posterior a 1935. Un
ultimo punto: en el transcurso de su servicio, los enlistados deben gozar de
una formación profesional, para no ser considerados como disminuidos a su
regreso a la vida civil.
A pesar de la supresión del servicio
militar, la Reichswehr debe todavía mantenerse en estrecho contacto con el
conjunto de la población. No debe constituir un cuerpo extraño a la nación, y
en todos los regimientos existen “compañías de tradición” que están encargadas
de conservar los estandartes de las unidades disueltas. Estas compañías también
deben mantener contactos estrechos con las asociaciones de ex combatientes. De
preferencia los reclutas están en la guarnición de la región de la cual son
originarios, de manera de conservar los lazos con su familia, pueblo o ciudad.
El general von Seeckt se esfuerza
igualmente en paliar, en el plano de la organización, ciertas exigencias de los
vencedores. La creación del Trupenamt (oficina de tropas) es una expresión
nueva, y tiene por objeto reemplazar, de manera encubierta, el gran estado
mayor, cuya desaparición se incluye en el tratado. Lo mismo ocurre con la
Kriegsakademie (escuela de guerra) de renombre mundial, condenada también a
desaparecer, pero reemplazada por una enseñanza militar descentralizada en el
escalón de cada Werkreis.
En el plano material, von Seeckt
aparece como un espíritu resueltamente innovador. Sacando las enseñanzas del
conflicto precedente, discierne que el siguiente conflicto vera un retorno a la
guerra de movimientos, con la aparición del tanque y del avión. En cierto modo,
la prohibición para la Reichswehr de poseer materiales modernos constituye una
ventaja, ella evita que el nuevo ejército alemán se encuentre entorpecido por
instrumentos de combate cada vez más obsoletos.
El Trupenamt debe esforzarse por
todos los medios en seguir la evolución de las técnicas, acumular una solida
documentación sobre los ejércitos extranjeros, pese a la prohibición de
mantener agregados militares. Se estudiaran prototipos de armas nuevas y en la
misma línea el tratado de Rapallo de 1922, esto es un acuerdo secreto con la
URSS da a Alemania la posibilidad de experimentar esos prototipos en la Rusia
soviética, de asistir a ejercicios que ponen en juego aviones y tanques,
específicamente en Lípetsk, cerca de Moscú,
e incluso formar especialistas.
*Tanques alemanes simulados,
construidos en los años 20 para realizar prácticas.
En ausencia de todo ejercito del
aire, von Seeckt conserva cerca de su a un grupo de casi 60 oficiales que han
combatido en la aviación durante la guerra. Este esfuerzo de investigación va a
la par de subvenciones camufladas otorgadas a diferentes industriales, para que
estén en condiciones cuando llegue el momento de pasar a la fabricación de
material en serie. El caso es particularmente fácil en lo que se refiere a las
industrias químicas y mecánicas, las fábricas de material agrícola estarán
aptas para producir tanques ligeros. Aun manteniendo un carácter limitado,
estas medidas facilitaran considerablemente los inicios del rearme,
inmediatamente después de la llegada de Hitler al poder.
Finalmente en el plano político, von Seeckt
quiere que el ejercito permanezca por sobre los partidos y sea fiel al
juramento que presta no al presidente sino a la constitución. Los oficiales y
los soldados de la Reichswehr no tienen derecho al voto y no pueden adherir a
ninguna formación política. Aparecen sin embargo, como ultimo recurso en
momentos de crisis interna y como garantes de la unidad del estado y la nación.
La política así practicada enfrenta,
sin embargo, trabas no solo a nivel internacional, sino también internas. Este
ejército apolítico esta sometido a un estrecho control presupuestario. Suscita
la suspicacia de los partidos de izquierda, varios representantes de los
cuales, como Scheidemann no vacilan en denunciar, en pleno Reichstag, ciertas
tentativas de rearme oculto.
A pesar de la calidad del
entrenamiento, y de la motivación de la tropa, la ausencia de materiales
modernos limita el nivel profesional. El nuevo ejercito, tanto por sus
efectivos como por su equipamiento, constituye un pobre instrumento de combate.
Todos los Kriegspiel (juegos de guerra) demuestran su incapacidad, no solo para
sostener un conflicto con Francia, sino incluso para asegurar un conflicto con
Polonia. En todos los escalones, sin renegar de la flexibilidad operacional,
que deja mayor libertad de acción a los ejecutantes, el mando se ve obligado a
practicar el combate dilatorio, con resultados evidentemente deprimentes.
Constatación que no puede sino alimentar una voluntad cada vez mas firme de
recuperación y rearme.
La situación de la marina no es
mejor, el fin de la guerra se ha traducido para la Kriegsmarine en una
humillación difícil de soportar. Al enarbolar la bandera roja, fueron los
acorazados de la flota en alta mar los que sirvieron de detonante a la crisis
revolucionaria que se extendió a los puertos, a los centros industriales y que
ocasiono la caída del sistema monárquico. El armisticio de Rethondes se
tradujo, además, en la entrega inmediata a los ingleses de todos los submarinos
destinados a ser destruidos y en la rendición humillante de los grandes buques
de la flota de alta mar en Scapa Flow, donde debían finalmente conseguir
hundirse por sabotaje, por orden del almirante Reuter, en la víspera de la
firma del tratado de paz.
El tratado de Versalles no deja
finalmente a Alemania sino con una caricatura de flota de guerra, de 100000
toneladas (144000 con los buques de reserva) y esta flota se encuentra limitada
a los 6 viejos acorazados de 10000 toneladas de la clase Schlesien ya
totalmente obsoletos en 1914, a 6 cruceros de 6000 toneladas, 12 caza
torpederos de 800 toneladas y 12 torpederos de 600 toneladas. Los submarinos y
la aviación naval le están estrictamente prohibidos. El personal esta limitado
a 15000 hombres de los cuales 1500 son oficiales, lo que ni siquiera permitirá
equipar todas las unidades concedidas en el tratado.
*El SMS Deutschland en 1912. una vez
finalizada la Primera Guerra Mundial, bajo los términos del Tratado de
Versalles se permitió a Alemania mantener algunos de sus obsoletos acorazados
pre-Dreadnoughts, entre ellos el Deutschland, que fue vendido para desguace en
1922.
Para colmo de males, siendo ya
sospechosa en los medios conservadores por los motines de 1917-1918, la marina
lo es también de los partidos de izquierda, luego del putsch abortado de
extrema derecha Kapp-Luttwitz, en el que una de las 3 brigadas navales, al
mando del teniente Ehrhardt ha ocupado Berlín. Aun más que el ejército, la
marina se encuentra amputada de la nación.
Bajo el impulso del almirante Zenker,
y luego de su sucesor Raeder, tiene lugar, sin embargo, una reflexión sobre la
conducción de las operaciones de 1914 a 1918 y el papel finalmente
decepcionante de la flota de alta mar. En tanto que Raeder, en su obra sobre
los cruceros durante el conflicto, aboga en favor de una flota equilibrada, que
combine naves de línea y buques aptos para la guerra de corso (Campaña marítima
que se hace al comercio enemigo, siguiendo las leyes de la guerra) el almirante
Wagener se hace defensor de la flota de acorazados creada por el almirante von
Tirpitz. El objetivo de la guerra en el mar no se identifica con la destrucción
de la fuerza organizada del enemigo, contrariamente a la enseñanza del
almirante Mahan, es decir a la batalla, sino al control de las líneas de
suministro y comunicación.
Para llevar a cabo esta lucha con el
máximo éxito, Alemania debe liberarse de una posición geoestratégica
extremadamente desfavorable, limitada a la bahía alemana y que ha permitido que
a la marina británica interrumpir las comunicaciones del Reich, controlando el
paso de Calais y los accesos del mar del norte. Desde los inicios del nuevo
conflicto, Alemania debería ocupar los principales puertos en Noruega y
conquistar las costas francesas de la Mancha, hasta Brest. Juzgados poco
oportunos o por lo menos utópicos, estos puntos de vista serán condenados en
1926 y llevaran a su autor a dejar la marina. Sin embargo serán retomados en
gran parte por Raeder como se observara en la campaña de Noruega de 1940.
A lo largo de este periodo la marina
multiplica los juegos de guerra por el caso eventual de un conflicto que asocie
a Francia y a Polonia. Los resultados de estos ejercicios son a menudo
deprimentes como los llevados a cabo por el ejército, como máximo, el dominio
del Báltico parece posible, permitiendo mantener las comunicaciones entre
Prusia Oriental y el resto de Alemania y mantener las relaciones con Suecia.
Seria todavía posible prohibir el ingreso de fuerzas navales francesas en el
Báltico por el Sund.
Por el contrario, las condiciones
ofrecidas por un enfrentamiento con Francia en el mar del norte, incluso en el
cuadro de una neutralidad benévola de Inglaterra, conducen a un evidente
pesimismo. Aun utilizando todos los recursos del combate nocturno parece
imposible preservar las relaciones marítimas de Alemania o impedir a la marina
francesa que proceda a desembarcos sobre las costas alemanas o el litoral
danés. Como máximo se podría esperar que la actitud de Italia la obligara a
mantener una escuadra importante en el Mediterráneo o a distraer fuerzas en el
Atlántico, en caso de raids llevados a cabo por cruceros ligeros alemanes.
Frente a una situación tan poco
alentadora, la Kriegsmarine adopta permanentemente una actitud revisionista y
acaricia el sueño de una paridad con Francia. Hubiera deseado que Alemania
participara en la Conferencia de Desarme de Washington o que obtuviera, por
medio de negociaciones con Inglaterra, un alza en el tonelaje autorizado, tanto
en el plano cuantitativo como en el cualitativo. Pero solo se trata de deseos,
que el ministerio de la guerra o la cancillería a penas toman en consideración.
Comienza sin embargo la renovación de
la marina, perfectamente conforme a las clausulas del tratado. 5 cruceros
ligeros y 12 cazatorpederos de 800 toneladas comienzan a construirse
sucesivamente entre 1921 y 1928. Aunque absolutamente conforme al tratado, la
construcción, decidida en 1928 del panzerschiffe (buque acorazado) Deutschland
en reemplazo de dos viejos acorazados de la clase Schliesen tendrá consecuencias
internacionales inesperadas.
Con un desplazamiento de 10000
toneladas (12000 en realidad) un armamento compuesto por 8 piezas de 280 mm y
una velocidad de 27 nudos, asociada a un imponente radio de acción, este buque,
calificado inmediatamente como acorazado de bolsillo, despierta la oposición de
las potencias signatarias de Washington, tanto mas cuanto que los siguen otros
dos buques. Por su armamento domina a todos los cruceros pesados de la época,
tributarios de piezas de 203 mm y por su velocidad no tiene mucho que temer de
la mayoría de los buques de línea, que alcanzan a lo sumo, 22 nudos. La entrada
en servicio de los acorazados de bolsillo lleva a la marina francesa a
contestar con dos cruceros de batalla, el Dunkerque y el Strasbourg. Italia responde con el anuncio del inicio de
la construcción de dos acorazados de 35000 toneladas, obligando a Francia a
responder con la construcción de dos navíos del mismo tonelaje, el Richelieu y
el Jean Bart.
*Panzerschiffe (buque acorazado)
Deutschland en 1936. De manera totalmente inesperada, el inicio de la
construcción de este buque alemán conduce a un relanzamiento de la carrera
armamentista, inmediatamente después de la conferencia de Londres de 1930.
Así, en abril de 1932, Brüninng no
duda en exponer, de manera mucho más precisa que Stresemann, los objetivos
revisionistas del Reich. En el plano territorial las proposiciones se refieren
a:
La incorporación de Danzig
al Reich y la retrocesión por Polonia, de Prusia Occidental y de la parte
polaca de la Alta Silesia.
La garantía de un puerto
libre cerca de la desembocadura del Vístula y de un ferrocarril que una ese
puerto al interior de Polonia.
El desinterés de Alemania
por Memel y Lituania.
La restitución de una parte
del antiguo imperio colonial alemán.
También habría sido
considerada la restitución inmediata o anticipada, del Sarre, Eupen y Malmedy.
Brüninng quiere además explotar al
máximo una de las clausulas capitales del tratado, que subraya que el desarme
de Alemania constituye el preludio de un desarme general. Por eso las
reivindicaciones militares del Reich se refieren a:
El reconocimiento del
principio de igualdad de los derechos en materia de armamento, esta solo se
practicaría si, luego de una segunda conferencia de desarme o después de
cumplidos 5 años, no se concertara un acuerdo sobre la reducción general de
armamentos.
El asentimiento de los
estados signatarios del tratado de Versalles a la transformación de la
Reichswehr, por la disminución a la mitad de la duración del servicio militar y
la creación de una milicia cuyos efectivos serian limitados para los 5
siguientes años, aproximadamente al nivel de los de la Reichswehr.
Libertad para fortificar
las fronteras del Reich o zonas desmilitarizadas.
Autorización desde ese
momento, de construir prototipos de armamentos ofensivos pesados y la libertad
para equipar a las unidades alemanas con armamentos defensivos pesados.
La sustitución por esta
nueva convención del capitulo V del
tratado de Versalles, sosteniendo el principio del desarme general y haciendo
adoptar esta convención por la Sociedad de las Naciones.
Estas proposiciones son presentadas
en 1932, durante la conferencia de desarme de Ginebra, como encuentros privados
y directos con Tardieu, Mac Donald, Grandi y el secretario de estado
norteamericano Stimson. Igualmente se producen encuentros franco-alemanes en
Luxemburgo.
Brüninng cuenta con el estancamiento
de la conferencia de desarme y con las divergencias que se manifiestan entre
anglo-sajones y franceses para obtener una satisfacción por lo menos parcial.
Efectivamente británicos y norteamericanos ejercen una fuerte presión sobre la
delegación francesa para que esta acepte una reducción de sus fuerzas armadas
metropolitanas a 200000 hombres. Una reducción similar correspondería a los
ejércitos de Polonia, Checoslovaquia e Italia. Paris subordina su acuerdo al
establecimiento de un control militar y a una garantía británica contra toda
agresión.
* Tropas alemanas en maniobras en
1930.
Si el designio de Brüninng concluye
finalmente en un fracaso, la Reichswehr en pleno acuerdo con el poder, ultima
un plan de reestructuración, el Umbau (reconstrucción) que debe ser realizado
en 1938. La Reichswehr propiamente como tal queda como un ejército profesional
fundado en enrolamientos de 3 años. Será completado por una milicia de fuerza
manos o menos equivalente basada en un servicio de tres meses, seguido por
cortos periodos de instrucción. El ejército terminaría por constar de 21
divisiones agrupando cerca de 300000 hombres. El plan de rearme prevé
igualmente, aunque en proporciones muy modestas, la creación de unidades aéreas
y blindadas. La nueva Reichswehr debería así de estar en condiciones de asumir,
con serias chances de éxito, una guerra contra Polonia. Este plan constituye
con toda evidencia, una cuestión previa al restablecimiento del servicio
militar.
Simultáneamente, también en el marco
del Umbau, y siempre en el objetivo de una paridad con Francia, la marina
presenta asimismo un programa destinado a organizar una flota equilibrada,
siguiendo las concepciones del almirante Raeder, que incluya 6 u 8 navíos de
línea, 3 portaaviones, 7 cruceros pesados, 12 cruceros ligeros, 82
cazatorpederos y 80 submarinos, esto es, un total de 579000 toneladas de
buques. De hecho la realización inicial permanece muy modesta y se limita a 4
cazatorpederos de 2200 toneladas, destinados a entrar en servicio en 1934 y
ampliamente superiores a las normas permitidas por Versalles. También se
elaboran planos para la construcción de dos navíos de la clase Súper Dunkerque.
Con la llegada de Hitler al poder, el
plan de rearme entra en una fase decisiva, pero sin cambiar todavía su
naturaleza. A partir del 3 de febrero de 1933, frente a los principales
generales del ejército, el Führer anuncia una nueva orientación. Precisa su
intención de recuperar el poder político condición previa indispensable al “refuerzo
de la voluntad de defenderse”. Mostrándose todavía evasivo con respecto a la
fecha del restablecimiento del servicio militar, sus palabras no pueden sino
agradar a los oficiales generales, preocupados de una rehabilitación del
ejército a los ojos de la nación, y que esperan que la nueva Wehrmacht (fuerzas
de defensa) vuelva a ser la institución más importante del estado.
Este rearme, sin embargo, continua
siendo discreto y la partida de Alemania de la conferencia de desarme y de la
Sociedad de las Naciones, por falta de obtención de una autentica igualdad de
derechos, no debe mover a ilusiones aun. Hitler se muestra mucho más prudente
que un hombre como el general von Blomberg, que le ha sido prácticamente
impuesto como ministro de defensa. El rearme debe continuar con energía, pero
con la máxima discreción, aun a riesgo de multiplicar los desmentidos.
Alemania atravesara por un periodo
peligroso, comparable al llamado Riskogedanke (concepto de riesgo) de la época
de von Tirpitz de comienzos de siglo, cuando la Kaiserliche Marine comenzó una
expansión que provoco alarma en Inglaterra. El rearme no puede liberarse del
entorno internacional e inicia negociaciones con Francia e Inglaterra, mientras
firma n 1934, un pacto de no agresión con Polonia.
Así, propone al gobierno francés, en
diciembre de 1933, un ejército alemán de 300000 hombres, igual a las fuerzas
metropolitanas francesas y una aviación inferior a la mitad a la de la fuerza
aérea francesa. Luego de varias vacilaciones, el gabinete Doumergue rechaza
estas proposiciones en abril de 1934. Espera retomar su libertad de acción y
jugar la carta de un reforzamiento de la pequeña entente, en particular con
Checoslovaquia. La inminencia de la crisis en el seno del Tercer Reich, que va
a estallar con la “noche de los cuchillos largos” parece haber dictado en gran
medida la decisión de Paris.
En cambio, Ribbentrop, enviado a
Londres como embajador extraordinario obtiene un éxito evidente. El gabinete conservador acepta el principio
de un renacimiento de la Kriegsmarine, con la condición que su tonelaje no
sobrepase el 35% de la Royal Navy, con la posibilidad de llegar a un 45%e
incluso al 100% en ciertas circunstancias, para los submarinos.
Londres prefiere jugar la carta del
control del rearme alemán y no permanecer insensible ante una eventual amenaza
soviética en el Báltico. En 1937 un nuevo acuerdo con Inglaterra permite a la
Kriegsmarine, invocando nuevamente la amenaza soviética, obtener la paridad en
submarinos. A cambio, Alemania renuncia a la construcción de cruceros pesados y
se compromete a no sobrepasar las 8000 toneladas en este tipo de buques.
En virtud de la política de prudencia
adoptada, el rearme del ejército obedece, inicialmente, al plan de 1932,
enmendado en 1933 y nuevamente en mayo de 1934. En función de estas
modificaciones, el ejército de tiempo de paz debe llegar, el 1 de mayo de 1935,
a 300000 hombres y comprender 63 divisiones en caso de guerra. Esta extensión
plantea el problema el problema de las reservas y lleva al ejercito, en
relación con el partido nazi, a iniciar la instrucción anual de 250000 miembros
de la SA (secciones de asalto) y de 7 batallones de guarda fronteras. En total,
a comienzos de 1935, los objetivos fijados han sido aproximadamente alcanzados.
El ejercito en activo cuenta ya con más de 280000 hombres y este incremento ha
sido posible gracias a inscripciones voluntarias de duración variable.
La prudencia de Hitler se encuentra
nuevamente respecto a la Kriegsmarine. Prudencia teñida en momentos por la vacilación,
ya que en su libro “Mein Kampf” y aun
más en un artículo de prensa aparecido en octubre de 1932, se muestra severo
respecto a la política de von Tirpitz. La creación de la flota de alta mar
había tenido como resultado empujar a Inglaterra en el campo de los adversarios
de Alemania. En el curso del conflicto, a diferencia de los submarinos
alemanes, cuyo heroísmo subraya Hitler, la marina se había asilado en la
inacción y había constituido a lo más “una escuela flotante de cañoneros”.
Los almirantes se muestran inquietos,
sin embargo, aun cuando a cogen con satisfacción la llegada al poder de los
nazis, que parece garantizar la vuelta a la unidad nacional, y la ruptura de
las cadenas de Versalles. Los planes de expansión del Führer subrayados en la ya
citada obra, aparecen de naturaleza puramente continental y están subordinados
a la amistad con Inglaterra. La política de espacio vital tiene el riesgo de
entregar el primer lugar al ejército en detrimento de la marina, disminuida a
un papel secundario.
En diferentes notas el almirante
Raeder se esfuerza por la educación marítima de Hitler, al explotar su pasión
por los grandes navíos y su conocimiento perfecto del Meyers Taschenbuch der
Kriegsflotten (manual Meyer de las flotas de guerra). Inspirándose en Tirpitz
destaca que la proyección mundial de un país depende estrechamente de su
poderío naval, y que una marina de guerra bien puede constituirse en un
auxiliar de una política de expansión continental, asegurando la libertad de
las comunicaciones marítimas del Reich no solo en el Báltico, sino también en
el mar del norte, sobre todo en caso de una neutralidad inglesa. La nueva
marina equilibrada debe estar en condiciones de hacer frente a un conflicto que
asocie a Francia y a Polonia.
Durante 2 años, Hitler, en cierta
medida convencido permanece sin embargo circunspecto. Los créditos concedidos a
la marina se refieren esencialmente a la renovación de las infraestructuras,
arsenales, diques secos, fortificaciones costeras. Es solo a finales de 1934
que autoriza la construcción del primer submarino y el inicio de construcción
de dos navíos de 32000 toneladas, el Scharnhorst y el Gneisenau. Inferiores en
artillería a los buques franceses con piezas de 280 contra 330 mm, los dos
cruceros de batalla alemanes los superan por su robustez y su protección. De
hecho Hitler se esfuerza entonces, a todo precio, en no despertar la
desconfianza de Inglaterra, con la cual desea una alianza en el marco de una
suerte de repartición hegemónica. A ellos su imperio y el dominio de los mares,
a Alemania la dominación de Europa continental y la expansión hacia el este.
Al día siguiente de la firma del
acuerdo naval del 18 de junio de 1935, el alivio y la satisfacción de Hitler
son inmensos. “Es el mejor día de mi vida” afirmaría luego, por el contrario la
Kriegsmarine no disimula cierta decepción. La paridad con Francia no ha sido
aun alcanzada, esta habría exigido el 50% del total de la Royal Navy y Hitler
se ha opuesto totalmente a plantear la cuestión a Londres sobre esa base. Con
una marina de 450000 toneladas el resultado es más que honorable. Los
astilleros de construcción estarán completamente movilizados hasta por lo menos
1941.
Independientemente del Scharnhorst y
el Gneisenau, las nuevas construcciones se refieren a dos navíos de línea, el
Bismarck y el Tirpitz, 5 cruceros pesados: Admiral Hipper, Blücher, Prinz
Eugen, Seydlitz y Lutzow, dos portaaviones, grandes destroyers de 2200
toneladas y submarinos oceánicos y de defensa costera. Por sus características,
la mayor parte de estos buques están pensados para mostrar su superioridad a
los buques franceses de categoría equivalente. Los cruceros pesados sobrepasan
así las 13000 toneladas y los Bismarck y Tirpitz tienen un desplazamiento de
42000 toneladas.
En la hipótesis de un conflicto con
Francia, grupos de grandes buques podrán operar en el mar del norte y el
Atlántico y preservar las comunicaciones alemanas. Los submarinos podrán
igualmente actuar en el Mediterráneo occidental sobre el eje Argelia-Marsella,
contra transportes de tropas francesas. El deterioro de las relaciones con
Italia obligara a Francia a mantener fuerzas importantes en Tolón y Bizerta. En
suma, en algunos años, las perspectivas estratégicas en caso de conflicto
limitado con Francia y Polonia, se encuentran profundamente perturbadas.
Los temores de Hitler no se
encuentran en el campo del rearme aéreo. Esta reacción proviene de Herman
Göring, el numero 2 del régimen. Primer ministro de Prusia y Ministro del Aire
del Reich, y en contacto con su secretario de estado Milch, antiguo presidente
de la compañía aérea Lufthansa, Göring
da también prueba de prudencia.
El desarrollo de la futura Luftwaffe
se hace en gran parte de manera oculta, bajo la cobertura de la Lufthansa. La
compañía adopta aparatos de transporte susceptibles de ser transformados en aviones de bombardeo,
como los Junkers Ju 52/3m y se encarga
de la formación de los futuros pilotos de combate. Los procedimientos de
navegación nocturna son objeto de atención especial. Göring también entrega
importantes subvenciones a las asociaciones deportivas que se consagran al
vuelo a vela o al vuelo a motor en aparatos livianos, ya que estas constituirán
el semillero de las futuras tripulaciones de la Luftwaffe.
*El Ju 52 oficial de Hitler en 1934.
El esfuerzo del ministerio del aire
se vuelca también sobre la creación de una infraestructura: terrenos de
aviación, hangares y talleres de reparaciones, en tanto que se conceden
créditos a las construcciones aeronáuticas y naturalmente, a los centros de
instrucción. Los efectivos utilizados en la industria pasaran así, de 600
personas en 1933, a más de 220000 en 1939, y durante el mismo periodo la
producción de aviones militares evolucionara de manera impresionante, pasando
de 36 por año a más de 8000. En suma la primera aviación de combate del mundo
surge así en el transcurso de unos años.
En marzo de 1935 esta aviación cuenta
ya con cerca de 800 aparatos de todas las categorías y a fines de ese año, con
cerca de 2000, sin embargo, limitándose a aviones de combate propiamente
dichos, los efectivos de la nueva Luftwaffe no sobrepasan los 800 aviones. Se
trata todavía de aparatos de primera generación que no exhiben ninguna
superioridad sobre los aviones en servicio en otras fuerzas armadas
extranjeras. En el curso de este año es que se manifiesta el gran vuelco del
rearme del Tercer Reich. El 16 de marzo, Hitler de cierto modo, se quita ya la
mascara. Rechaza públicamente las obligaciones de Versalles y proclama la
soberanía de Alemania en materia de defensa. Simultáneamente, decide el
restablecimiento del servicio militar de un año a partir del 1 de octubre. Göring
por su parte, anuncia la creación de la Luftwaffe.
*Bombardero alemán He 111, muestra
del desarrollo alcanzado por la Luftwaffe en cuanto a su material aéreo.
Varios elementos explican estas
decisiones espectaculares. Con la muerte del presidente Paul von Hindenburg,
Hitler acaba de tomar el titulo de Reichsführer. El problema del Sarre es
resuelto mediante un plebiscito el 13 de enero de 1935, de un modo triunfal
para el régimen, más del 90% de los votantes han optado por la reunificación
con Alemania. Se desvanece así la amenaza de una represalia por parte de
Francia, y la decisión del gobierno francés de llevar su servicio militar a 2
años es interpretada por Hitler como una amenaza abierta a la seguridad
germana. En el hecho esta decisión trata esencialmente de paliar el déficit de
las promociones reducidas y no conlleva a ningún aumento de efectivos del
ejército francés. Sirve de pretexto sin embargo, para establecer de nuevo el
servicio militar en Alemania. Simultáneamente y todavía en infracción de las
clausulas de Versalles se anuncia el restablecimiento del gran estado mayor y
de la prestigiosa academia de guerra, fundada en 1810 por Scharnhorst. Justo
125 años después de su creación, la reapertura de esa academia es objeto de una
grandiosa ceremonia, en presencia de Hitler y de varios centenares de oficiales
generales y superiores.
Estas decisiones no llevan a ninguna
reacción de Francia, resignada a un rearme que todavía espera limitado, y aun
menos de Inglaterra, lista para negociar el acuerdo naval del 18 de junio de
1935. Desde ese momento el rearme del Reich prosigue ya abiertamente, y para
finales de 1936 el ejército dispondrá de 36 divisiones de infantería y 3
divisiones blindadas. El número de grandes unidades en tiempo de guerra es
fijado en 73.
Este abierto rearme se acompaña, sin
embargo, de fuertes apremios económicos. Las industrias de armamento de los
años 20, instaladas en su mayoría en el centro de Alemania ya no están a la
altura del desarrollo de la nueva Wehrmacht. El Ruhr vuelve a encontrar así, su
papel de arsenal del Reich. Para asegurar su protección se impone la
remilitarización de Renania. Prevista, al parecer para inicialmente 1937, este
movimiento ocurrirá el 7 de marzo de 1936.
Se trata de una tremenda jugada de
póker y de un golpe extremadamente grave a la última garantía conservada por
Francia desde 1919 y confirmada por el pacto de Locarno. Durante varios días
los grandes jefes militares y Hitler mismo no disimulan si ansiedad, pero por
razones múltiples como la campaña electoral, la falta de resolución de los
responsables civiles y militares, pacifismo básico de la opinión, abstención
británica, etc. Francia no reacciona, y se contenta con emitir una protesta por
intermedio de la Sociedad de las Naciones.
La reocupación de la Renania ha sido
objeto de comentarios apasionados y a menudo erróneos. Para justificar una
operación que va contra los acuerdos internacionales, Hitler, con su
oportunismo habitual, ha aprovechado una ocasión, la ratificación del
parlamento francés del pacto franco-soviético de 1935, considerado contrario al
espíritu de Locarno, lo cual no era enteramente falso.
A pesar de una opinión admitida
demasiado a menudo, la operación no se hace contra la voluntad de los
comandantes militares. Estos por razones logísticas y por miedo a una reacción
brutal y rápida de Francia, simplemente insistieron en que la maniobra tenga, en un comienzo, un
carácter simbólico y este limitada a algunos batallones. La capacidad de los
puentes ferroviarios sobre el Rhin no permitía una transferencia rápida del
grueso del ejército alemán a la ribera izquierda del rio. En caso de reacción
francesa de envergadura, las tropas alemanas debían llevar a cabo combates
dilatorios, antes de librar batalla detrás del Rhin y del Röer, y esto claro no
se trataba en modo alguno de una retirada.
*Remilitarización de Renania.
En total el Reich estaba preparado en
1936 para llevar ya adelante una verdadera guerra, con medios aun limitados. En
este asunto, Hitler gozaba del apoyo del ejército y de la inmensa mayoría de la
población, que siempre se había rebelado contra una desmilitarización
permanente, considerada un golpe insoportable a la soberanía germana. Una
derrota militar en 1936 habría sido considerada como una humillación nacional y
solo habría reforzado la acogida al Führer en el seno de la población.
Después de esta remilitarización, el
rearme conoce una fase de aceleración, que será interrumpida nada más por el
estallido de la guerra. Con el servicio militar llevado a dos años, la
Wehrmacht contara para finales de 1936 con más de un millón de hombres en
armas, y alineara, en septiembre de 1939, unas 50 divisiones de activo,
incluyendo 6 panzer, 4 motorizadas, y 4 de caballería ligera. El Anschluss
(anexión de Austria) y la dislocación de
Checoslovaquia han contribuido al desarrollo del ejército con la incorporación
de 8 divisiones austriacas y el aporte de las industrias de armamento checas.
En esa fecha el rearme del ejército deja de tener prioridad y se le da esta a
la Luftwaffe, que debe cuadruplicar sus efectivos y contar con 20000 aviones de
combate para 1942. A partir de 1938-1939, se concede aun más prioridad también
a la Kriegsmarine con la adopción del plan Z, que se refiere a una flota de más
de 1000000 de toneladas, 10 veces la de 1933.
Esta flota obedece a un vuelco
estratégico mayor, porque incluso antes de la crisis de Múnich en 1938, Hitler
ya no crees en una alianza con Inglaterra. La Royal Navy se torna el principal
adversario potencial y la marina francesa es rezagada a un segundo plano. El 28
de abril de 1939, mientras Londres acababa de dar su garantía a Polonia, a
Rumania y a Grecia, Hitler denuncia el pacto naval de junio de 1935. Acepta la
realización del plan Z preparando a la marina para un posible conflicto con
Inglaterra. El Führer insiste en que la realización de este plan; prevista
inicialmente para 1947-1948 tenga lugar antes de 1945.
Este plan Z aparece como una
resultante de las ideas de Hitler y del almirante Raeder. Siempre apasionado
por los grandes buques de línea, el Führer insiste en la construcción de 6
grandes acorazados de la clase M, de 56000 toneladas, armados de piezas de 406
mm. 2 de ellos se pondrán en construcción antes de septiembre de 1939, y a
falta de poder jugar con el número, se deberá gozar de superioridad
cualitativa. La marina japonesa, con la construcción de los Yamato, hace
entonces el mismo cálculo, y a este cuerpo de batalla, siguiendo los deseos de
Raeder se agregaran los cruceros pesados y los grandes cruceros de batalla
destinados a raids en el Atlántico. El plan también prevé además, la
construcción de dos portaaviones suplementarios, cruceros ligeros, destroyers y
225 submarinos, sin olvidar 55 flotillas aéreas.
Después del conflicto algunos
lamentaran que las concepciones de Dönitz no hayan sido escuchadas. En vez de
lanzarse a la realización de un programa grandioso, en el límite de las
posibilidades económicas del Reich, Hitler y Raeder habrían hecho mejor en fijar
el esfuerzo de recuperación en los submarinos, ya que si la marina alemana
hubiera contado con una flota de 300 submarinos operacionales, de un modelo
único de 500 toneladas, habría estado en condiciones de paralizar las
comunicaciones británicas.
Esta tesis exige, en realidad, serias
correcciones. En septiembre de 1939, Dönitz no es sino un simple capitán de
navío y mientras asegura el entrenamiento de las nuevas flotillas, no goza
todavía sino de una influencia reducida. Por lo demás, mostrándose ya escéptico
del uso de grandes buques y mucho mas optimista que Raeder en el uso del
submarino, a pesar del sistema de convoyes y del asdic (aparato de detección
submarina por ultrasonido) es solo en la víspera del inicio del conflicto que
defiende la idea de una flota de 300 submarinos, mientras preconiza aun varios
modelos.
Las divergencias más nítidas
aparecen, en realidad, entre Hitler y Raeder. Se refieren a la utilización de
esta nueva gran marina equilibrada. Para el Führer la realización del plan Z se
integra en una política de disuasión frente a Inglaterra, en tanto que el
almirante no descarta la perspectiva de un gran conflicto. En el horizonte de
1945, que debe conducir a la “solución final del problema ingles” usando su
propia expresión. Seria la revancha por Scapa Flow.
Conforme a esta doctrina, Raeder no
descarta la eventualidad de una batalla. Sin embargo, da preferencia a la
acción de grupos de grandes buques en el Atlántico para la protección del
comercio del Reich y a los ataques de submarinos contra los buques de
transporte de tropas enemigas. Con la adhesión de Alemania a la conferencia de
Londres de 1936, parece por el momento
descartada la perspectiva de una guerra al comercio sin restricción como
aquella de 1915, o de 1917-1918.
En suma, a partir de 1938, un rearme
intensivo alcanza a los tres grandes componentes de la Wehrmacht, el ejército,
la Luftwaffe y la Kriegsmarine. Cabe pues preguntarse sobre la capacidad de Alemania
de responder a tal esfuerzo, al cual se agrega la construcción de la Westwall
(muro del oeste) conocida también como la línea Siegfried, que absorbe mas del
20 % del acero asignado al ejercito. No sin razón, el general Thomas, encargado
de los problemas económicos dentro de la Wehrmacht subraya el carácter
horizontal de un rearme centrado en lo cuantitativo, en detrimento de la
dimensión vertical, es decir, de stocks de municiones o de piezas de recambio,
y aun mas de combustibles.
En efecto, no se advierte como
Alemania en tiempos de guerra, sometida a un bloqueo mas o menos parcial,
privada en parte de sus recursos petroleros o de ciertas materias primas,
estaría en condiciones de responder a las necesidades de formaciones blindadas
y motorizadas del ejercito, de una marina de mas de un millón de toneladas y de
una fuerte Luftwaffe de 20000 aparatos.
El problema es tanto más acuciante
cuanto que no existe ninguna coordinación en el seno de la Wehrmacht. A pesar
de su nominación como ministró de defensa del Reich, y comandante de toda la
Wehrmacht, desde abril de 1933, el general Blomberg no tiene prácticamente
ninguna autoridad sobre la fuerza aérea y la marina, que se dirigen
directamente al Führer. Responsable de su propio plan de 4 años, Göring tiene
también una influencia restringida sobre el conjunto de la producción
industrial, limitada a ciertas empresas y a las industrias de síntesis (la
síntesis química permite obtener productos que no existen de forma natural,
como el acero, los plásticos o los adhesivos).
Alemania no será, por lo demás, la
única en preocuparse del problema particularmente delicado de la puesta en
marcha de una economía de guerra. Francia conocerá dificultades similares
durante en invierno 1939-1940, la economía inglesa atravesara una severa crisis
en 1943, que solo será sobrellevada con la ayuda norteamericana. Incluso en los
Estados Unidos, el mayor desorden reinara en la industria en el curso de 1942,
y al comienzo de la producción de armamentos no ocurrirá sino hasta en el curso
del año siguiente.
A partir de 1937, el rearme alemán se
efectúa todavía en una economía afectada por el sobrecalentamiento, con fuertes
tendencias inflacionarias y penurias crecientes de materias primas y mano de
obra. El desempleo ya ha desaparecido completamente y el Reich esta obligado a
cerrar contratos de mano de obra en países como Italia. Las tenciones mas
vivas se refieren al personal
calificado, que las empresas se disputan. Contrariamente a una creencia muy
extendida, la economía del Reich esta lejos de estar militarizada y el
espectacular resurgimiento no se debe
sino parcialmente a la política de rearme. En verdad entre 1933 y 1939, los
gastos militares pasan de 800 millones de Reichsmark a cerca de 130000
millones. Su parte en el producto nacional bruto pasa del 1% al 23%, y si bien
es cierto que este se ha duplicado en ese lapso a un nivel comparable al
alcanzado por Inglaterra en el mismo periodo. En 1943 los gastos militares del
Reich sobrepasaran el 60% de su PIB.
Sea como fuere, una parte absoluto
despreciable de la producción se consagra a las grandes realizaciones del
régimen. Hitler concede un interés personal a la motorización del Reich, como
lo muestra la creación de las industrias Volkswagen en Wolfsburg y la
construcción de una red de 5000 kilómetros de autopistas, cuyo papel esta lejos
de ser puramente estratégico. Por su formación de arquitecto, el Führer se
interesa muy especialmente en un urbanismo de prestigio, que se consagra a 5
grandes ciudades-guía: Berlín, Núremberg, Múnich, Hamburgo y Linz, aunque en
otras numerosas urbes también se alzan realizaciones espectaculares.
Esto obedece a un frio cálculo
político, es por esas obras, dice Hitler, que puede comunicarse a un pueblo, la
conciencia de su propio valor y se le puede convencer de que es igual a los
otros grandes pueblos del mundo, incluso de los Estados Unidos.
La vivienda social tampoco es
descuidad, sin lograr, sin embargo, reabsorber un déficit crónico. A pesar del
congelamiento de salarios, eludido de múltiples maneras (horas suplementarias,
primas, cambios de calificación) las industrias de consumo continúan
desarrollándose. Contrariamente a una aserción demasiado celebre de Göring,
Alemania no prefiere los cañones a la mantequilla, sino que se esfuerza por conciliar
los dos. Así en definitiva, en vísperas del más grande conflicto mundial en
1939, la economía del Reich se encuentra en un estado intermedio entre la paz y
la guerra.
Cabe preguntarse sin embargo, si este
esfuerzo esta a la altura de una estrategia altamente continental, con la
creación de una gran Alemania, el desmantelamiento de Polonia y la expansión
hacia el este, en el cuadro de una política de espacio vital. Al construir una
gran marina, no renueva acaso el Tercer Reich el error de Tirpitz de comienzos
del siglo XX? Al consagrar grandes recursos a la realización del ambicioso plan
Z en detrimento del ejército e incluso de la Luftwaffe se arriesga a lanzarse a
una carrera perdida de antemano. A partir de 1937, la Royal Navy comienza,
también ella, un esfuerzo de renovación y desarrollo que tiene todas las
posibilidades de asegurarle un serio margen de superioridad sobre la
Kriegsmarine en 1944-1945.
A partir del rearme del final de los
años 30, ninguna potencia se lanzara imitando al Reich, en un esfuerzo militar
en todas las direcciones. Francia concederá prioridad al ejército y a la fuerza
aérea, Inglaterra centrara su rearme en la marina y la Royal Air Force en
detrimento de un ejército reducido a 30 divisiones. La URSS hará un esfuerzo
considerable en el plano terrestre y aéreo. En cuanto a los Estados Unidos, a
pesar de su enorme potencial, se alineara según el modelo británico, con la
creación de una marina de dos océanos y una poderosa aviación. Previsto a 200
divisiones, el ejército nunca sobrepasara las 90, de las cuales 16 son
blindadas.
En este escenario y en plena armonía,
entre Hitler y el comando de la Wehrmacht, se ha efectuado el rearme alemán,
que fue ampliamente preparado desde los últimos años de la republica de Weimar. Ahora el joven ejército alemán se dispone a hacer temblar a Europa.
*Bundesarchive
**Wikipedia
***Life
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