En esta oportunidad deseo presentarles el excelente articulo acerca de este memorable hecho de armas
escrito por el coronel de inf. DEM.
Ernesto García Rivera, director del Centro de Historia Militar de la Fuerza
Armada de El Salvador y recientemente publicado en la revista de Educación
Militar y Cultura.
*Detalle del grabado de la Batalla de Coatepeque en el
monumento a Barrios.
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ANTECEDENTES:
Los estados de Centro América, nacidos a la vida
independiente el 15 de septiembre de 1821, tuvieron que atravesar en sus
primeras décadas como naciones soberanas una turbulenta relación, cuya
constante fue la guerra fratricida entre ellas.
La mayoría de las veces estas guerras fueron producto de las enconadas
rivalidades existentes entre liberales, quienes eran partidarios del nuevo
“status quo” y los conservadores, adeptos confesos de la monarquía y sus
privilegios de nobleza.
La rivalidad política trajo muchas desventuras a la región
centroamericana, al punto de destruir la unidad que había prevalecido aun bajo
la dominación española, desgajándola en las 5 naciones que hoy constituyen los
países centroamericanos.
Una consecuencia directa de los antagonismos existentes entre
las nuevas naciones fue la crisis que experimentaron en sus relaciones
Guatemala y El Salvador durante los gobiernos de los generales Rafael Carrera
(1814-1865) y Gerardo Barrios (1813-1865) respectivamente. El choque de estilos
diferentes de gobernar profundizaron la crisis hasta alcanzar el conflicto
armado, un hecho memorable que ha sido registrado por la historia militar de El
Salvador, principalmente por la gloria de las armas cuzcatlecas en la “batalla
de Coatepeque” ocurrida el 20 de febrero de 1863. En esta celebre batalla, el
genio militar del general Gerardo Barrios enfrento, con éxito, las estrategias
del general Carrera, obligándolo a retrocedes en sus planes para conquistar El
Salvador.
*Fotografía del capitan general Gerardo Barrios junto a su esposa, Adelaida
Guzmán
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Aunque después Barrios tuvo que rendirse, no sin antes
enfrentar con valor e hidalguía un acoso que duro 27 días, tiempo durante el
cual defendió la plaza de Santo Domingo (hoy plaza Gerardo Barrios), asediada
por mas de 13000 soldados aliados de Guatemala y Nicaragua, es indiscutible su
celebre manejo militar en la batalla de Coatepeque, la cual se constituyo en
una de sus mayores glorias militares.
Entre los aspectos políticos, que incidieron en la invasión
del general Rafael Carrera a El Salvador en ese funesto año de 1863, se
destacan las siguientes:
Primero, el ascenso al poder por parte del capitán general
Gerardo Barrios fue poco convencional. Su idea de que el ex presidente Miguel
Santin del Castillo no tenía la suficiente capacidad de resistir la tentación
de caer presa de las ideas conservadoras, lo llevaron a debilitar dicho
gobierno hasta que este renuncio, logrando así recibir la presidencia como
segundo senador designado, el 24 de junio de 1858. Finalmente y gracias a su
creciente popularidad, gano por medio de elecciones el cargo de presidente
constitucional, tomando posesión del cargo el 28 de enero de 1860.
Segundo, como fiel correligionario del general Francisco
Morazán (1792-1842) abrigaba el ideal unionista, con la esperanza de alcanzar
un mejor futuro para los pueblos del istmo.
Este anhelo se había fortalecido con sus viajes al extranjero, ya que
había visto la fortaleza de los países europeos, gracias a la unificación de
sus provincias que ya se llevaba a cabo, como en los casos de Alemania e Italia.
Sabia Barrios que separadas las naciones centroamericanas eran débiles y con
escasa presencia internacional, pero que unificados podrían aspirar a mejores
rumbos, como también a mayores logros económicos y políticos.
En armonía con este ideal y ejerciendo la presidencia
constitucional de la republica, el capitán general Gerardo Barrios inicio
contactos con su homologo de Nicaragua, general Tomas Martínez (1820-1873)
atreves de su antiguo amigo, el general Máximo Jerez (1818-1881) a fin de
iniciar las gestiones pertinentes para una eventual unión de las republicas
centroamericanas.
El proyecto original de Barrios era establecer un convenio
sobre la reorganización nacional que uniendo en un solo cuerpo político a El
Salvador, Nicaragua y Honduras conformaría la Republica de Centro América que
tendría como distrito de gobierno nacional a la ciudad salvadoreña de San
Miguel.
Este proyecto fue manejado con la mayor discreción y
prontitud, sin embargo en un acto de traición fue revelado al presidente
guatemalteco Rafael Carrera, por el gobernante nicaragüense Tomas Martínez.
Carrera no tardo en crear un nuevo proyecto que abarcaba a las 5 naciones pero
que situaba la sede del distrito central en Guatemala y colocaba como
presidente nada menos que al ultra conservador Carrera. Esto ponía el esquema
al estilo de la antigua Capitanía General, algo totalmente contrario al
espíritu liberal del mandatario salvadoreño.
*General Rafael Carrera
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Barrios se quedo solo en su proyecto, el cual había generado
indiscutiblemente una notoria antipatía por el gobernante guatemalteco y esto,
sumado a los problemas ya existentes con el clero y al ataque de los
“emigrados” condujeron a una atmosfera de franca violencia y que, finalmente,
contribuyeron a su caída como gobernante y posterior asesinato.
Tercero, las políticas claramente liberales impulsadas por el
presidente Barrios, que establecían una completa separación entre la iglesia y
el estado, habían sembrado la desconfianza y el resentimiento en la curia salvadoreña
presidida por el obispo Tomas Pineda y Saldaña (1797-1875).
El prelado se encontraba sumamente molesto por las acciones
políticas innovadoras del mandatario, que planteaban un reto al control y
poder, que, tradicionalmente, había ejercido la iglesia y sus representantes en
todos los órdenes de la sociedad salvadoreña. Lo que Barrios quería era imponer
límites legales a los injustos privilegios que, a costa del resto de la
población, gozaban los eclesiásticos.
Esta confrontación se vio sumamente agravada por un discurso
que el 15 de septiembre de 1861, en el marco de la celebración del 40
aniversario de la independencia, pronuncio el licenciado Manuel Suarez, jefe de
sección del ministerio de hacienda, quien expreso que “las causas de la
decadencia social de los pueblos centroamericanos han sido los abusos del
clero”. Tales aseveraciones cayeron como bomba en la curia salvadoreña dando
lugar a encendidas protestas del obispo de San Salvador Tomas Pineda y Saldaña
y a su eventual autoexilio en Guatemala.
La controversia se acrecentó por la disposición del gobierno
de que los religiosos debían jurar fidelidad a la constitución y privilegiar
las leyes civiles sobre las clericales.
Esta rebelión religiosa enardeció al presidente de Guatemala,
quien aprovechando la coyuntura enfilo sus ambiciones belicistas contra El
Salvador, desencadenando una serie de intervenciones armadas, cuyo epilogo fue
el sitio de San Salvador y la caída del general Barrios el 26 de octubre de
1863 y su posterior asesinato por fusilamiento ocurrido el 29 de agosto de
1865.
Cuarto, los emigrados, grupo de políticos salvadoreños de
corte conservador, encabezado por el antecesor de Barrios, general Santin del
Castillo, el licenciado Francisco Dueñas (1810- 1884) y otros exiliados que
lucharon durante largo tiempo para despojar a Barrios de la presidencia para
entregársela al licenciado Francisco Dueñas y establecer en el país un régimen
contrario al de Barrios. En su persistente conspiración, buscaron todos los
respaldos posibles para luchar contra el gobernante salvadoreño y Carrera no
solo favoreció y asilo a los emigrados, sino también aprovecho la situación
para detractar a Barrios y ponerlo como absolutista, transgresor de la carta
fundamental y provocador de hostilidades hacia Guatemala.
Por otra parte Carrera resentía de Barrios en haber acogido
en El Salvador y peor aun, en su gabinete, a don Manuel Irungaray como ministro
de la guerra en 1863. Irungaray, de nacionalidad guatemalteca era considerado
por Carrera como enemigo de su administración y en repetidas ocasiones solicito
a Barrios su destitución. El mandatario salvadoreño considero esto una clara
intromisión en los aspectos internos de la nación y persistente tendencia por
someter al vasallaje.
Quinto, el 25 de marzo de 1862, como resultado de las
intensas gestiones diplomáticas impulsadas por el gobernante salvadoreño, los
gobiernos de Honduras y El Salvador, presididos por el señor Victoriano
Castellanos (1796-1862) y el señor capitán general Gerardo Barrios
respectivamente, firmaron en la ciudad de Santa Rosa, através de comisionados
el tratado de amistad y alianza entre ambos países, el cual fue ratificado por
los respectivos gobiernos el 9 de abril de 1862. Este tratado no fue del agrado
del gobernante guatemalteco por considerarlo lesivo a sus intereses geopolíticos,
y tomando esta acción de los países vecinos como pretexto en agosto de 1862,
rompieron relaciones diplomáticas los gobiernos de Guatemala y El Salvador.
Amigos de ambas naciones que vieron la inminente guerra que
acechaba a la región intervinieron en pro de la paz. A finales de 1862 e
inicios de 1863, varias acciones mediadoras se hicieron palpables,
especialmente de las embajadas de Estados Unidos e Inglaterra. En ese contexto,
se ofreció como mediador de paz el ministro norteamericano acreditado en El Salvador,
señor James Partridge. Igual espíritu manifestó el comisionado hondureño
licenciado León Alvarado al intentar poner fin a la falta de inteligencia de
ambas naciones através de una intervención amistosa que Barrios no rechazo,
pero que Carrera respondió con la siguiente negativa: “no estoy en condiciones
de convenir la paz, hay demasiado agravio para pensar, hoy por hoy, en
contemporizar”.
LAS OPERACIONES
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El marco contextual descrito genero las condiciones para el
desarrollo del conflicto a nivel militar, el cual dio inicio con la invasión del
general Carrera a El Salvador, cuyos preparativos bélicos iniciaron cuando el
congreso guatemalteco le autorizo la guerra, depositando el mando supremo en su
consejo de ministros y el 9 de febrero de 1863, concentró sus tropas,
equivalentes a 6000 soldados, en la ciudad de Jutiapa. Le siguieron las
divisiones de sus generales Víctor Zavala y Serapio Cruz, que se le unieron en
aquella plaza con abundante artillería.
El 15 del mismo mes, las tropas guatemaltecas se dividieron
de la siguiente manera: 500 hombres al mando del coronel Valdés marcharon a
ocupar Ahuachapán, el general Zavala con 2000 soldados se dirigió con la
primera división y una batería de cañones rayados al volcán el chingo; Carrera
marcho a Chalchuapa con 8000 soldados (todas estas ciudades ya en El Salvador).
El general Vicente Cerna llego con sus 2500 soldados a Chalchuapa y fue en esta
ciudad donde Carrera se reunión con Cerna y Valdés para planear la ofensiva
final. Los 3 oficiales ocuparon Santa Ana el 20 sin mayor resistencia. En esta
plaza el 21 y el 22 se ordeno previo reconocimiento de las posiciones de
Barrios para desarrollar el 23 y 24 la acción definitiva.
Barrios y su ejercito estaban apostados en la ciudad de
Coatepeque, desde el 6 de febrero de 1863 y había colocado sus tropas en torno
a la población, situando el grueso de estas en el cerro Malakof.
El día 10 de febrero llego el general Barrios a Coatepeque,
quien se dedico a distribuir los servicios
y a organizar la defensa, fortifico la calle que conduce a Santa Ana (el
atajo) que ocupo el general Santiago González (1818-1887) con el general
Mariano Hernández, el cerro Malakof que ocupo el general Eusebio Bracamonte, el
centro (la población) fue confiada al general Pedro Escalón y en la
retaguardia, en el cerro el Congo se coloco el general Rafael Osorio,
comprendido en todo, un radio como de legua y media, la artillería fue
distribuida entre los cerros y parte en la plaza, comandada por los oficiales
franceses Biscouby y Bassel.
El centro tenia su principal apoyo en la cuesta a la salida
hacia Santa Ana, allí, a uno y otro lado del camino, se construyeron
prolongadas trincheras en las faldas extensión del camino a Santa Ana, en la
cumbre de una estrecha loma, se construyó una trinchera con el fin de que el
enemigo no se apoderara de una fuente que corre al otro lado de dicha loma, esa
posición quedo casi desconectada con la defensa general por lo que existía el
temor que se convirtiera en objetivo del enemigo, su defensa fue encomendada al
coronel Manuel Estévez y una vereda que de Coatepeque conducía al volcán de
Santa Ana fue interceptada con un promontorio de maderas.
Los salvadoreños que
apenas eran unos 5000 contaban con la ventaja de estar a la defensiva en buenas
posiciones y con buenos jefes. Los fuegos se iniciaron a las 10 am del día 22
de febrero de 1863, entre las patrullas de reconocimiento de ambos ejércitos. El día 23 los guatemaltecos atacaron el cerro
Malakof siendo rechazados, se dedicaron luego a bombardear las posiciones
salvadoreñas durante el resto del día. Por la noche de nuevo rodearon el cerro
Malakof e intentaron asaltarlo pero fueron de nuevo rechazados. Al despuntar el
día 24 los guatemaltecos iniciaron un ataque general con todo su ejercito, a
las 9 am una fuerte columna cayo sobre la loma defendida por 150 hombres al
mando del coronel Estévez quienes al retirarse dejaron incendiados los montes
cercanos los que en pocos momentos quemaron muertos y heridos.
Los guatemaltecos que escaparon de la muerte buscaron su salvación
en la fuga, pero no desmayaron en su arremetida. Por la vereda del volcán al
pueblo, obstruida con maderas intentaron entrar en la plaza, pero el propio
general Barrios con su guardia de honor rechazo el asalto.
El general Carrera dirigiendo personalmente su artillería desde
lo alto de una loma situada a la altura de Coatepeque, como a unos 700 metros
de distancia, disparaba sus cañones sobre la plaza y el cerro Malakof, pero la artillería
salvadoreña al estar mejor ubicada logro desmontar varias piezas enemigas. Bombas
enemigas caídas en los reductos del Malakof incendiaron las barracas de hojas
de caña e hicieron pedazos una pipa que contenía abundante agua.
Entre tanto los guatemaltecos intentaron un último y
desesperado asalto, pero una compañía de santanecos con el capitán Estanislao Pérez
al mando los rechazo, esto sucedía como a la 1 de la tarde. El general Santiago
González salió de sus posiciones y ataco al enemigo por el frente, pero pronto fue rodeado y se
vio obligado a retroceder a punta de bayoneta. Al mismo tiempo el general
Eusebio Bracamonte ataco por el flanco y logro picar la retaguardia enemiga,
desconcertando a todo el ejército del general Carrera, que se precipito en
completa derrota a las 5 de la tarde del 24 de febrero de 1863.
El general González con un cuerpo de caballería salió en persecución
del enemigo que no se detuvo hasta llegar a Jutiapa (Guatemala) dejando en el
campo mas de 900 muertos y mas de 1500 heridos, nueve piezas de artillería,
casi 2000 fusiles, municiones en abundancia y toda clase de equipos. Los heridos
fueron atendidos en los hospitales de Santa Ana y los numerosos prisioneros
recibieron un peso de plata cada uno, un vestido y su libertad.
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De esta forma a lo largo de 10 horas de fuego victorioso y
sostenido, se desarrollo la celebre batalla de Coatepeque que tan hábilmente dirigió
el capitán general Gerardo Barrios, soldado virtuoso, de proverbial valentía y
extraordinario amor a la patria grande.